Candasnos es un pequeño municipio de la provincia de Huesca que destila historia por los cuatro costados. Situado en la comarca del Bajo Cinca, cerca de importantes vías de comunicación, ha constituido, desde tiempos antiguos, un punto de paso y encuentro, de intercambio y descanso. Uno de sus grandes tesoros es la naturaleza que lo rodea: horizontes abiertos, campos de cultivo y cercanía de espacios naturales conforman sin duda un paisaje digno de admirar. Candasnos es el lugar que vio nacer a Ana Ballabriga, co-autora de la novela que acabo de terminar, y el escenario elegido para ambientar la obra, una obra vibrante y profundamente humana que combina entretenimiento, crítica social y personajes memorables.
La ley del hambre (Editorial Contraluz, 2023), escrita a cuatro manos por Ana Ballabriga y David Zaplana, es una novela coral donde secretos ancestrales, una conspiración económica y unos personajes que se enfrentarán a su destino hilvanan los hilos que darán forma a la trama, tres hilos situados en tres líneas temporales que confluyen en Candasnos y que, aunque son ficción, están inspiradas en hechos reales. Por un lado, una noche en mitad de una terrible tormenta, una bestia monstruoso emerge de la Balsa Buena de Candasnos dejando tras de sí un brazo humano. El cabo de la guardia civil Caín Álvarez, inmerso en una situación personal dolorosa y tremendamente complicada, deberá averiguar la identidad de la víctima y la naturaleza de la criatura a la que se enfrentan. Por otro lado, en Barcelona, Vera, una joven periodista, es despedida del medio en el que trabaja, Ecológica Digital, por negarse a revelar las fuentes que le proporcionaron información para publicar un artículo donde denuncia las malas praxis de una empresa de semillas. Y, en tercer lugar, aunque cuarenta años atrás, en torno a 1974, Calixta, una joven que ha servido hasta la fecha a la familia de los Crispos, los caciques del pueblo, es violada por su marido en la noche de bodas e inicia una nueva vida en Barcelona, pero una maldición parece perseguirla desde que vio algo terrible en la casa donde trabajaba. Con una prosa directa y trepidante, y usando de base temas tan universales como el conflicto de clases, la lucha por la independencia de la mujer y el medioambiente, Ballabriga y Zaplana trenzan estos tres ramales, con Candasnos como centro neurálgico de una siniestra telaraña de misterios y secretos, hasta llegar a un final que... Sí, hombre, que os voy a desvelar siquiera una migaja del final... Si os ha picado la curiosidad, ya sabéis: a leerla.
En La ley del hambre, Ana Ballabriga y David Zaplana nos sumergen en una trama intensa que combina intriga, crítica social y un ritmo narrativo que no da tregua. Desde las primeras páginas, la novela atrapa con una atmósfera cargada de tensión. Arranca con fuerza y mantiene un pulso narrativo constante. La historia, que desgarra conciencias a dentellada limpia, se desarrolla en un contexto marcado por la desigualdad y la lucha por la supervivencia, trasfondo social que le aporta una capa extra de profundidad. Los autores no se limitan a contar una historia de suspense; también ponen sobre la mesa preguntas incómodas sobre el poder, la corrupción y hasta dónde puede llegar una persona cuando el hambre —literal o metafórica— aprieta. Uno de los puntos más fuertes de la novela, en mi humilde opinión, es la construcción de sus protagonistas. No hay héroes perfectos ni villanos planos: todos tienen aristas, contradicciones y heridas que los hacen creíbles. Aquí no hay estereotipos fáciles. Los protagonistas están llenos de matices: sus virtudes y defectos se entrelazan, y sus decisiones, a veces cuestionables, los vuelven más reales. La alternancia de puntos de vista permite conocer sus motivaciones más íntimas y entender que, en este mundo, nadie es completamente inocente. Los autores manejan con destreza el suspense, dosificando la información y cerrando cada capítulo con un gancho que obliga a seguir leyendo. La prosa es ágil, directa y sin adornos innecesarios, lo que potencia la tensión y mantiene la atención hasta el final. En resumen, La ley del hambre no es solo un thriller muy bien construido; es también un espejo incómodo que refleja realidades que preferimos ignorar. Es una lectura que entretiene, pero que también deja un poso de reflexión sobre la condición humana y las reglas invisibles que rigen nuestra sociedad. Muy recomendable. Palabra de lectora.