miércoles, 3 de diciembre de 2025

La ley del hambre, de Ana Ballabriga y David Zaplana


Candasnos es un pequeño municipio de la provincia de Huesca que destila historia por los cuatro costados. Situado en la comarca del Bajo Cinca, cerca de importantes vías de comunicación, ha constituido, desde tiempos antiguos, un punto de paso y encuentro, de intercambio y descanso. Uno de sus grandes tesoros es la naturaleza que lo rodea: horizontes abiertos, campos de cultivo y cercanía de espacios naturales conforman sin duda un paisaje digno de admirar. Candasnos es el lugar que vio nacer a Ana Ballabriga, co-autora de la novela que acabo de terminar, y el escenario elegido para ambientar la obra, una obra vibrante y profundamente humana que combina entretenimiento, crítica social y personajes memorables.

La ley del hambre (Editorial Contraluz, 2023), escrita a cuatro manos por Ana Ballabriga y David Zaplana, es una novela coral donde secretos ancestrales, una conspiración económica y unos personajes que se enfrentarán a su destino hilvanan los hilos que darán forma a la trama, tres hilos situados en tres líneas temporales que confluyen en Candasnos y que, aunque son ficción, están inspiradas en hechos reales. Por un lado, una noche en mitad de una terrible tormenta, una bestia monstruoso emerge de la Balsa Buena de Candasnos dejando tras de sí un brazo humano. El cabo de la guardia civil Caín Álvarez, inmerso en una situación personal dolorosa y tremendamente complicada, deberá averiguar la identidad de la víctima y la naturaleza de la criatura a la que se enfrentan. Por otro lado, en Barcelona, Vera, una joven periodista, es despedida del medio en el que trabaja, Ecológica Digital, por negarse a revelar las fuentes que le proporcionaron información para publicar un artículo donde denuncia las malas praxis de una empresa de semillas. Y, en tercer lugar, aunque cuarenta años atrás, en torno a 1974, Calixta, una joven que ha servido hasta la fecha a la familia de los Crispos, los caciques del pueblo, es violada por su marido en la noche de bodas e inicia una nueva vida en Barcelona, pero una maldición parece perseguirla desde que vio algo terrible en la casa donde trabajaba. Con una prosa directa y trepidante, y usando de base temas tan universales como el conflicto de clases, la lucha por la independencia de la mujer y el medioambiente, Ballabriga y Zaplana trenzan estos tres ramales, con Candasnos como centro neurálgico de una siniestra telaraña de misterios y secretos, hasta llegar a un final que... Sí, hombre, que os voy a desvelar siquiera una migaja del final... Si os ha picado la curiosidad, ya sabéis: a leerla.

En La ley del hambre, Ana Ballabriga y David Zaplana nos sumergen en una trama intensa que combina intriga, crítica social y un ritmo narrativo que no da tregua. Desde las primeras páginas, la novela atrapa con una atmósfera cargada de tensión. Arranca con fuerza y mantiene un pulso narrativo constante. La historia, que desgarra conciencias a dentellada limpia, se desarrolla en un contexto marcado por la desigualdad y la lucha por la supervivencia, trasfondo social que le aporta una capa extra de profundidad. Los autores no se limitan a contar una historia de suspense; también ponen sobre la mesa preguntas incómodas sobre el poder, la corrupción y hasta dónde puede llegar una persona cuando el hambre —literal o metafórica— aprieta. Uno de los puntos más fuertes de la novela, en mi humilde opinión, es la construcción de sus protagonistas. No hay héroes perfectos ni villanos planos: todos tienen aristas, contradicciones y heridas que los hacen creíbles. Aquí no hay estereotipos fáciles. Los protagonistas están llenos de matices: sus virtudes y defectos se entrelazan, y sus decisiones, a veces cuestionables, los vuelven más reales. La alternancia de puntos de vista permite conocer sus motivaciones más íntimas y entender que, en este mundo, nadie es completamente inocente. Los autores manejan con destreza el suspense, dosificando la información y cerrando cada capítulo con un gancho que obliga a seguir leyendo. La prosa es ágil, directa y sin adornos innecesarios, lo que potencia la tensión y mantiene la atención hasta el final. En resumen, La ley del hambre no es solo un thriller muy bien construido; es también un espejo incómodo que refleja realidades que preferimos ignorar. Es una lectura que entretiene, pero que también deja un poso de reflexión sobre la condición humana y las reglas invisibles que rigen nuestra sociedad. Muy recomendable. Palabra de lectora.

lunes, 1 de diciembre de 2025

Los perseguidos, de Fernando Benzo

Hay novelas que no solo se leen, sino que se respiran. Novelas donde, desde sus primeras páginas, el lector se ve arrastrado a un territorio donde la tensión late en cada diálogo y el pasado se convierte en una sombra que nunca deja de acechar. Obras que combinan el pulso del thriller con la hondura emocional de un drama humano, logrando que cada capítulo sea una invitación —y a la vez un desafío— a seguir adelante. Universos narrativos donde los personajes, en lugar de ser meros testigos de los acontecimiento, son piezas vivas de un engranaje marcado por la culpa, la lealtad y la necesidad de redención. Es en estos universos donde las historias se despliegan como mapas de heridas abiertas, donde cada decisión tiene un precio y cada silencio esconde una verdad incómoda. Ese es justo el caso de la novela que acabo de terminar, con la que también estreno autor.

Los perseguidos (Planeta, 2023), de Fernando Benzo, traslada al lector a un Madrid en dos tiempos, en los setenta-ochenta y en la actualidad, convirtiendo ambos en territorios donde las certezas se desmoronan y nadie parece estar a salvo. Una de las protagonistas, Daniela Lozano, es una periodista que sospecha que la muerte del abogado con el que mantiene una relación sentimental no ha sido un accidente, sino un asesinato en toda regla. Con toneladas de valentía y otras tantas de imprudencia, incluso desafiando al establishment, Daniela se embarca en una investigación que sacará a la luz un intrincado laberinto de criminalidad que incluye corrupción policial a todos los niveles, mafias internacionales y hasta al mismísimo ministro del Interior. Contará para ello con dos apoyos fundamentales. Por un lado, su pasión por la verdad y la justicia. Por otro, el testimonio y la compañía de Peyo, un hombre marcado por un pasado que intenta dejar atrás, y que se verá arrastrado a una red de intrigas y peligros cuando viejas cuentas pendientes vuelvan a llamar a su puerta. Alrededor de ambos, las vidas de otros personajes se entrelazan en un juego de lealtades, traiciones y supervivencia. La trama sigue a hombres y mujeres que, sin buscarlo, han quedado atrapados en una cacería implacable. No son figuras heroicas ni villanos de manual: son seres humanos con cicatrices, atrapados en un juego de engaños, traiciones y decisiones que pesan como losas. Las persecuciones literales a las que se ven sometidos son también un espejo donde se reflejan sus propias batallas internas. Cada paso que dan los protagonistas los acerca tanto a la salvación como a su propia ruina. La justicia y la venganza se confunden, y la línea que las separa se difumina hasta desaparecer. Fernando Benzo construye un thriller que late con la urgencia de la acción, pero que también se adentra en la fragilidad de la condición humana. Aquí, el peligro no solo acecha en las calles o en las sombras, sino en los rincones más oscuros de la conciencia. Porque, al final, lo más aterrador no es quién nos persigue… sino aquello de lo que intentamos huir dentro de nosotros mismos.

En Los perseguidos, Fernando Benzo ofrece al lector un thriller tan emocional como de suspense que atrapa desde la primera línea. Con una prosa atractiva y envolvente, el autor explora el modo en que las sombras del pasado pueden condicionar el presente, incluso cuando creemos haberlas dejado atrás. La trama nos sumerge en la vida de personajes que cargan con culpas, secretos y heridas abiertas. Cada uno de ellos se mueve en un terreno moral ambiguo, en las antípodas del maniqueísmo, donde las decisiones nunca son simples y las consecuencias siempre pesan más de lo esperado. Benzo maneja con maestría esta complejidad, construyendo un relato que no solo intriga, sino que también invita a reflexionar. El ritmo es ágil, pero no apresurado. Las escenas están cargadas de tensión, y los diálogos, precisos y naturales, transmiten tanto como las descripciones. El autor sabe cuándo acelerar la acción y cuándo detenerse para que el lector respire… o se inquiete aún más. Uno de los puntos más destacados es la atmósfera: densa, realista y casi cinematográfica. Benzo no se limita a contar lo que ocurre; nos hace sentirlo. El silencio incómodo, la mirada que evita otra, el peso de una verdad que amenaza con salir a la luz… todo está ahí, palpable. En definitiva, Los perseguidos es mucho más que una novela de intriga. Es un retrato humano sobre la memoria, la culpa y la necesidad —o el miedo— de enfrentarse a lo que nos persigue. Una lectura intensa, bien escrita y con un poso emocional que perdura mucho después de pasar la última página. Yo de vosotros no me la perdería.

La ley del hambre, de Ana Ballabriga y David Zaplana

Candasnos es un pequeño municipio de la provincia de Huesca que destila historia por los cuatro costados. Situado en la comarca ...