sábado, 15 de junio de 2024

Los crímenes de la caja, de Gema Tacón

Los que de algún modo conocemos el mundillo literario sabemos de sus entresijos, vericuetos y de la mala baba que se gastan ciertos individuos e individuas que se creen dioses cuando en realidad encajarían mejor en un mal atrezzo de alguna historia creepy. Fraudes editoriales, desmedidos egos que rozan la estratosfera de la estupidez y envidia, mucha envidia, campan a sus anchas en el universo donde nacen las letras que llegan a nuestras manos en forma de libro. Sin embargo, como todo ying tiene un yang, también he de decir que se respira mucho cariño, apoyo y buen hacer de las buenas gentes que engrosan las filas de este ejército de magos que nutren con mimo a las almas lectoras. En la novela que acabo de terminar, la gaditana Gema Tacón hace una crítica social al mundo de la literatura con unos toques de humor muy negros.  

La obra en cuestión se titula Los crímenes de la caja (Khabox, 2021) y a su protagonista, Ana Catalina Verde (telita con el nombre) la vida no le va precisamente bien. Su última novela ha sido un fracaso absoluto, un pequeño accidente en una gala mandó al traste su prometedora carrera como escritora, ha perdido su trabajo como repartidora que le permitía subsistir y, por todo ello, como podréis imaginar, sus ánimos reptan por el subsuelo. Su mejor y única amiga, Johanna, que regenta una librería, es su principal punto de apoyo. Un buen día, encuentra en la puerta de su casa una caja en cuyo interior una escueta misiva la informa de que ha sido seleccionada como testeadora de un nuevo videojuego en fase de desarrollo. Tras el rechazo inicial de esta primera caja, el morbo puede más y acepta participar en un juego diseñado a su medida: idear el crimen perfecto partiendo de los datos y las pistas proporcionadas en las diferentes cajas. Cuatro participantes elucubrando para hallar la mejor manera de asesinar a una persona. A Ana el asunto en cuestión es el que mejor se le da, puesto que así pergeñaba sus tramas de ficción, así que parece contar con ventaja con respecto al resto de jugadores. Sin embargo, van a empezar a aparecer una serie de cadáveres y el foco de la presunta culpabilidad va a iluminarla precisamente a ella. Ni en sus peores pesadillas podría haber imaginado que las ideas que aporta al juego van a servir para concretar los planes de un verdadero monstruo, y en lugar de maquinar para ganar, tendrá que hacerlo para salvar el pellejo. Para colmo, va a tener que lidiar con los sentimientos e instintos —que tenía adormecidos— que despierta en ella su apuesto vecino del ático. ¿Saldrá bien parada nuestra heroína bendecida con el don de un carácter de perros? ¿Quién y por qué se beneficia de cada una de esas muertes? Si queréis saber... tendréis que leer.

En Los crímenes de la caja, Gema Tacón vuelve a ofrecernos un thriller de los más originales que han pasado por mis manos, salpicado, como es habitual en ella, con pinceladas del mejor humor. La trama se desarrolla casi por completo en un solo escenario: el edificio donde vive la protagonista, y Gema consigue que la ambientación acompañe a la tensión dramática que irá in crescendo página tras página. A lo largo de la novela la autora nos muestra algunas malas prácticas que ejercen ciertos individuos del sector editorial (afortunadamente, hay otros muchos editores maravillosos y respetuosos con los autores, todo hay que decirlo): los contratos denigrantes, los engaños y manipulaciones, los cambios exigidos en aras de que el producto sea más comercial, y los insignificantes réditos obtenidos tras un trabajo arduo. Gema Tacón no da puntada sin hilo, y los nombres de sus personajes nunca están escogidos al azar, sino a conciencia, como puede comprobarse cuando se leen sus glosarios. Una perfecta combinación de misterio y humor negro que solo podría haber escrito ella. Muy recomendable.

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