miércoles, 24 de enero de 2024

Huérfanos de sombra, de María Suré


El más pequeño cabello proyecta su sombra. (Johann Wolfgang von Goethe)

Hay ocasiones en las que la vida no tiene anverso ni reverso. Es más bien como una cinta de Moebius donde se encadenan acontecimientos y situaciones que podrían arrastrarnos hacia el fondo de un pozo cuya salida se vislumbra tan lejana como improbable. Y nos sentimos pequeños, insuficientes, insignificantes. El secreto está en no rendirse, en entender el significado de la cita con la que comienza esta reseña, que refleja de manera perfecta el espíritu de la novela que acabo de terminar. Que cada sonrisa arrancada a las lágrimas cuenta. Que hasta la cosa más pequeña proyecta su sombra y tiene su importancia. Que si dejamos de luchar y nos volvemos huérfanos de sombra, estamos perdidos. María Suré, la autora, lo tiene muy claro y lo muestra a la perfección en una obra donde la superación en mayúscula y, en mayor o menor medida, la culpa son los ejes principales en torno a los que gira el argumento.

Huérfanos de sombra (Maeva, 2023), de María Suré, combina dos géneros literarios muy dispares que se van trenzando como los hilos de un hermoso tapiz y acaban convergiendo en una pequeña población salmantina (inventada por la autora) que ambienta la obra y proporciona refugio a sus personajes. Por un lado, en la línea del tiempo presente, encontramos un noir rural que se desarrolla en Aldeanegra, un pueblo remoto y tranquilo localizado en la Sierra de Francia, cuya rutina se romperá con la desaparición, una noche de agosto, de Marcos, un niño de ocho años. Cerca de su casa, hallan los cadáveres de Rudy, el perro de Marcos, y de Regino, un vecino poco querido en el pueblo, con evidentes signos de violencia. La sargento de la Guardia Civil Cristina Albino y el agente Anselmo Picarzo (caracteres totalmente diferentes) tendrán que embarcarse en una carrera contra el tiempo y los pocos hilos de los que tirar para encontrarlo. En esta línea argumental, el lector conocerá los entresijos de la vida de la familia de Marcos y otras familias de la localidad. La línea argumental del pasado podría encuadrarse en la ficción histórica y está protagonizada por Hannah, una niña judía que, con solo siete años, debe escapar de Alemania justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Seguiremos sus pasos desde que llega a Inglaterra, donde formará parte de los grupos de niños que fueron evacuados a zonas rurales para ponerlos a salvo de la guerra, desconocedores de que el destino que les aguardaba no iba a ser mucho mejor. Con mucho acierto y mucha sensibilidad, María Suré refleja en esta historia la experiencia de cientos de niños judíos que huyeron del Holocausto casi con lo puesto y padecieron lo indecible, explotados y abusados, tras ser adoptados como mano de obra gratuita. Profundamente conmovedora.

Con una prosa sencilla y directa, una narrativa fluida y ágil vertebrada en capítulos cortos, unos cuantos inesperados y la voz de un narrador omnisciente, nos encontramos en Huérfanos de sombra con una novela de linealidad rota por los frecuentes saltos en el tiempo, en la que se exploran tópicos atemporales como la culpa, el perdón, la supervivencia y el amor. Su ambientación física contribuye indudablemente a su ambientación psicológica. Un entorno de bosques densos y húmedos donde los personajes cargan a sus espaldas con un amplio bagaje de dolor y sufrimiento, pero iluminados de vez en cuando por un atisbo de ternura. La relación entre Marcos y su abuelo que se traduce de sus conversaciones es un auténtico tesoro. 

En resumen, Huérfanos de sombra es una novela que, combinando dos géneros tan diferentes como el rural noir y la ficción histórica, engancha desde el principio porque espolea la curiosidad del lector, que necesita saber qué ha ocurrido con Marcos, un niño especial donde los haya, con un talento innato para iluminar la vida de los que tiene alrededor. Una lectura muy recomendable. Os dejo unas cuantas frases que... ya sabéis.

Dicen que lo que no se nombra se deja de recordar, y que lo que no se recuerda no existe (p. 192)

Porque hay perfumes que dejan aroma a recuerdos y esculpen una impronta en el cerebro que perdura durante años (p. 208)

...los recuerdos a veces se hacen agua y acaban derramándose por los ojos... (P. 247)

1 comentario:

  1. Trama candidata para serie de TV… me encantaría verla además de haberla leído 😍😍

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