domingo, 15 de diciembre de 2024

Aurora no se durmió, de Judith Romero


Cuando era pequeña me encantaba que me contaran cuentos. Mi madre me enseñó a leer muy pronto y comencé a leerlos a una velocidad endiablada. Habitualmente me encantaban todos los que leía hasta que, no recuerdo a qué edad, me encontré con el de La Bella Durmiente. No sé si fue primero el cuento o la película de Disney, la verdad, pero no me convenció en absoluto. Una princesa que se llamaba como yo y cuya única gesta se resumía en pincharse con una aguja y dormirse todo el cuento hasta que el maravilloso príncipe azul venía y la despertaba con un beso. Pues no, oye, no me conformaba. Al menos que se raspara las rodillas o se llenara el vestido de barro, ya que se llamaba como yo. Siempre me pareció un cuento de lo más ñoño, y casi casi se había perdido en mi memoria, hasta cruzarme con la novela que acabo de leer. 

Aurora no se durmió (Knowmadas Books, 2023), de Judith Romero, es, en efecto, un fantástico (en todos los sentidos de la palabra) retelling de la historia que Walt Disney llevó a la pantalla allá por 1959. La introducción a la trama de Judith Romero comienza con la desdichada sentencia que las Hadas Supremas (máximo y único órgano de gobierno del mundo feérico) imponen a un hada y un humano que han transgredido sus ancestrales reglas de forma aberrante (según ellas, claro está). Una parte de esencia perdida, dos corazones rotos y una maldición que despertará a una criatura letal, la Durmiente. Un contrahechizo que logrará salvar a una criatura que no incurrió en culpa alguna, pero que condenará a un siglo de sueño al resto de su familia... Muchos años después, en Inveraray, Escocia, Aurora, una chica congelada en los 15 años a causa de una maldición, busca junto a sus tres tías hadas (Fauna, Flora y Primavera), la clave para deshacerla y despertar a su familia del sueño al que fueron condenados el día de su decimoquinto cumpleaños. Un buen día, el segundo reloj de arena de un amuleto –que hasta la fecha desconocía– se pone en marcha, y las tres hadas y Aurora, acompañada sin poder evitarlo de su mejor amiga Daracha, tendrán que viajar hasta otro enclave escocés para hallar a la segunda víctima de la maldición e intentar detenerla a tiempo. A partir de ese momento, el ritmo de la acción comenzará a ser frenético, pues no solo deberán convencer a la víctima y a su tío (un tipo de armas tomar) para que las ayuden, sino que tendrán que protegerse al mismo tiempo de criaturas sacadas directamente de sus peores pesadillas. El tiempo se agota, y aún deberán averiguar la identidad de la tercera víctima para que la maldición no sea irreversible y sus consecuencias nefastas. Mientras tanto, los ojos de Aurora se encuentran con el azul de los de Calem, que le van a descolocar todo lo que hasta ese momento creía seguro. El clímax del argumento tendrá lugar en el castillo de Glamis, un lugar repleto de mentiras, secretos y magia. ¿Lograrán detener a la Durmiente y romper la maldición? ¿Lo harán de una sola pieza? Para saber... tendréis que leer.

Judith Romero combina en Aurora no se durmió todos los elementos necesarios para poner en manos del lector una buena historia, y lo hace combinando con mucho acierto tradición y originalidad. Personajes muy bien construidos, un argumento sólido y, como no, la magia de las hadas que hechiza los ojos lectores desde la primera página. El personaje de Aurora vira maravillosamente de princesa durmiente a pelirroja guerrera en un mundo al que tiene que ocultar su realidad. No puede permitirse ciertas licencias que para el resto de sus congéneres son tan comunes, como por ejemplo enamorarse...Hasta que se hace inevitable. Quienes me conocéis sabéis que yo de literatura romántica, poco, pero he de reconocer que...bueno, no, mejor no, que esto se queda escrito. Solo diré que muy buen trabajo el de la autora en ese aspecto en concreto. Y la galería de personajes, ¡impresionante! Mi debilidad son los seres fantásticos de toda índole, así que ya podréis imaginar que he disfrutado como una enana entre hadas, elfos, hombres lobo, fantasmas y algunos más. Si os apetece un buen rato de lectura y magia, ya sabéis...

domingo, 8 de diciembre de 2024

Siervos de la guadaña, de Víctor Morata


Empiezo a escribir esta reseña y la primera palabra que me viene a la cabeza es SUERTE, así, con mayúsculas. Descubrir autores nuevos que superen con creces las expectativas iniciales es una suerte. Si encima el mago de la pluma es de tu tierra, la fortuna viene aderezada con una dosis extra de orgullo patrio del que no suelo hacer gala. Conocí a Víctor Morata el verano pasado en un evento literario, me pareció un escritor interesante y compré la novela que justo hace un rato que acabo de concluir. Repito, qué suerte la mía. Porque ya os digo que, a pesar de ser su opera prima, se nota a leguas en cada página que el autor lleva a sus espaldas muchas horas de vuelo, como lector y como escritor. 

Quienes me conocéis sabéis que las etiquetas de género se me dan regular (básicamente porque me dan bastante igual), pero, a efectos pragmáticos, podríamos encuadrar Siervos de la Guadaña (Amazon KDP, 2021) en el amplio espectro del thriller negro con trasfondo y tinte sobrenatural. Su protagonista se llama Eladio Jones, es inspector de policía en la población ficticia de Corralas de San Juan y, si hubiera que definirlo con dos palabras, esas serían CULPA y REMORDIMIENTO, hijas de un truculento pasado del que de ningún modo logra huir. Repudiado por sus compañeros de profesión (con motivos más que de sobra), se enfrenta al que probablemente sea su último caso, pues su "jubilación" (de una manera y otra) está próxima. El suceso que le toca investigar es de lo más extraño y radica, sin que él tenga ni pajolera idea, en su propio pasado. Con el único apoyo de su siempre leal ayudante, Tolino, el inspector Jones deberá indagar en las pistas de unos asesinatos que tienen toda la pinta de ejecuciones. Las víctimas se ofrecen mansamente al criminal, y Jones tendrá que esclarecer tanto el motivo como la identidad del verdugo de la gabardina negra (al más puro estilo de Matrix). En paralelo a la investigación, y puede que muy relacionado con ella, el lector irá descubriendo más detalles sobre ese pasado que le rompió el alma al inspector, sobre su pésima relación con su ex-mujer, y será testigo del naufragio anunciado de su paternidad irresponsable, que lo mortificará más aún si cabe (su relación con Marina, su única hija, se va a pique y no encuentra faro que lo guíe). La novela se irá moviendo paso a paso, página a página, hacia el hallazgo de una sociedad secreta, una telaraña cuyos letales hilos comprenden desde las élites hasta los más bajos fondos de la sociedad. ¿Logrará el inspector Jones encontrar quién y por qué? ¿Conseguirá Eladio redimirse de su atroz pretérito? Ya sabéis, si os ha picado la curiosidad, tendréis que leer para saber. 

Siervos de la guadaña ha sido una de las obras más originales en cuanto a su argumento que he leído hasta la fecha. Además de los buenos ingredientes con los que Víctor Morata articula la trama y los personajes tan bien construidos en torno a los cuales gira, cabría destacar la calidad de la prosa del autor. Morata utiliza un lenguaje cuidado, preciso, y su registro siempre va en consonancia con el contexto del pasaje en el que se desenvuelva. Además, es muy habilidoso en su forma de implementar la injerencia de lo sobrenatural en la apariencia de realidad sobre la que se asienta nuestro mundo conocido. Lo que os digo, un auténtico descubrimiento por el que me siento muy afortunada. Si podéis, no os lo perdáis. De verdad merece la pena y vais a disfrutar. 

domingo, 24 de noviembre de 2024

A propósito de tu hijo, de José Antonio Jiménez-Barbero


Tengo la fortuna de haber convivido, desde mi más tierna infancia, con víctimas de la maldición de la marginalidad incómoda. Etnia diferente, baja (o subterránea) extracción social y otras circunstancias les garantizaban total desprecio y rechazo social. Sin embargo, mis ojos de niña no percibían el motivo del sesgo y crecí mirando a las personas como personas y valorándolas como tales. En los primeros años de mi edad del pavo coincidí, en un jardín cercano a mi casa, con unos monitores, voluntarios y familiares que sacaban a que les diera el sol a un grupo de niñas y niños con necesidades especiales. Unos de mi edad, otros bastante más pequeños. Parálisis cerebral, síndrome de Down, trastornos del espectro autista en varios grados... No entraré en detalles para no alargar mucho esta entrada, pero a partir de ese día volví todos los sábados al jardín para estar con ellos y que ellos estuvieran conmigo. Ha pasado la friolera de casi 30 años, pero los recuerdo como si fuera ayer, y no puedo evitar emocionarme al reconocerlos cuando me los cruzo por la calle. Jose Francisco tenía síndrome de Down y una mirada dulce y llena de luz. Jose Antonio, parálisis cerebral y, aunque no podía comunicarse, gorjeaba de manera diferente cuando le acariciaban. Pepe y Rocío eran hermanos con diferente grado de retraso mental y sonrisas infinitas que adoraban los abrazos. A Álvaro su autismo severo le impedía el contacto físico, pero nos sentábamos en un muro a observar los coches que pasaban y solo me miraba cuando pasaban coches rojos... De ellos llevo en el corazón muchas cosas bonitas, y de aquellos años quedan en mi memoria otras menos agradables: las miradas de la gente, como si estuvieran contemplando una manada de criaturas extrañas que les provocaban aprensión. También me acuerdo de que muchos giraban la cabeza para no vernos. Éramos seres incómodos en su afán de ignorar la diferencia y no tener que hacerle frente a la vida. ¿Que por qué os cuento todo esto si se supone que escribo una reseña? Porque tiene mucho que ver con la novela que acabo de terminar, que lleva el sello inconfundible de una de mis plumas favoritas, un autor experto en abordar temas espinosos, ciertamente molestos pero de alta relevancia social, apelando como nadie a la emoción del lector.

A propósito de tu hijo (Tirano Banderas, 2024) es una obra de Jose Antonio Jiménez-Barbero que leí en su día como manuscrito y me arrancó más de un par de lágrimas. Ahora, como novela publicada con afán puramente benéfico (auspiciada por el Colegio Oficial de Enfermería de Murcia), me ha hecho llorar lo mismo o más. La dedicatoria al principio de la obra ya aprieta fuerte la garganta: «Dedicado a mis sobrinos, Alicia y Rodrigo, y a todos los niños que luchan a diario por vencer las barreras que los adultos nos empeñamos en construir».
«A aquel niño le pasaba algo». Es la primera frase de la novela, que ya empieza generando expectación. Esa aseveración procede de los pensamientos de Alicia, una de las protagonistas, que tiene 13 años y un retraso mental leve, en el momento en que ve por primera vez a Santiago, el otro protagonista, un niño con autismo leve que acaba de empezar la ESO cambiando de un colegio de educación especial a un centro público "inclusivo" (nótese la ironía implícita en las comillas, por favor). Santiago tiene una crisis porque se ha agotado la batería de su tablet, su único refugio frente a un mundo cuyo exceso de estímulos a menudo lo apabulla y que en muchas ocasiones no comprende. Puede que Alicia sea muy lenta a la hora de leer o que tarde más tiempo que el resto en procesar ciertas cosas, pero es experta en detectar sentimientos y emociones en los demás, y su corazón sincero exige apoyar a aquel niño que por algún motivo no se encuentra bien. Página tras página, Alicia irá conociendo a Santiago, y Santiago a Alicia, y el lector a los dos, a sus resilientes padres que viven por y para ellos, y al resto de pobladores de las aulas y los pasillos del colegio Campo Verde. Será testigo de la falta de preparación (cuando no incompetencia manifiesta) de las instituciones a la hora de lidiar con la diversidad y la diferencia de capacidades, de la incomprensión y la animadversión de parte del profesorado y del alumnado. Sin embargo, también contemplará la dulzura y las ganas de Susana, la profesora del aula de apoyo, y la empatía y el buen corazón de Elena, la alumna "empollona" que se erigirá en guía y protectora de ambos. Como barquitas en medio de un mar de hostilidades, Santiago y Alicia se refugiarán el uno en el otro para resistir, siendo el candor de la niña su faro en multitud de ocasiones. 

Jiménez-Barbero nos ofrece de nuevo en A propósito de tu hijo una novela de excelente factura y muy didáctica, donde conjuga de manera habilidosa la realidad de un mundo que no acepta la diferencia, muchas veces por puro temor a lo desconocido, con la explicación precisa y sencilla de dos casos concretos de necesidades especiales. Con pulso firme y sin edulcorantes innecesarios, sumerge al lector en la trama y le hace preguntarse qué haría él/ella si se encontrara en determinadas situaciones. Y le horada la fibra más sensible con preguntas como esta, con la que pongo el punto final a la reseña: 
«Yo quiero a todo el mundo, mami. ¿Por qué ellos no me quieren a mí?»

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Jaque al psicoanalista, de John Katzenbach


...los vencedores siempre están convencidos de que son inmunes. Nunca creen que el juego pueda no haber terminado.

La venganza es seguramente uno de los conceptos más antiguos de la historia y ha sido sobre todo utilizado como recurso propagandístico y como subterfugio de inquinas varias. Como sentimiento, tiene un significado un tanto complejo y en ocasiones inabarcable. En general, se considera un acto retributivo hacia una persona que ha dañado previamente a uno o más individuos, y habitualmente consiste en hacer padecer al sujeto en cuestión al menos el mismo dolor que propició a sus víctimas. Pero todos sabemos que a veces va mucho más alla, y el agravio sufrido es susceptible de aumentar en progresión geométrica. Y como todo lo que es relevante en el mundo, la venganza resulta un tópico tremendamente jugoso que la literatura ha sabido conjugar bien a su antojo. John Katzenbach es un buen ejemplo de ello, pues la coloca en el foco de El psicoanalista y de su continuación, que es precisamente la novela que acabo de terminar, un thriller psicológico cuya trama vuelve a girar en torno a una venganza que se gestó tiempo ha y vuelve a trastocar la vida de un personaje ya para mí memorable.

En Jaque al psicoanalista (Ediciones B, 2018), Katzenbach sitúa la trama cinco años después de los acontecimientos narrados en la entrega anterior, que aún le ocasionan a su protagonista pesadillas recurrentes. En un intento de comenzar de cero, el psicoanalista Frederick Starks se ha instalado en Miami, donde reparte su labor profesional entre una pequeña consulta donde solo atiende a pacientes adinerados y el ala de psiquiatría de un hospital donde presta sus servicios de manera altruista, en una suerte de redención de algún pecado que la inexperiencia le llevó a cometer en el pasado. Un día cualquiera, al volver a casa tras terminar su jornada de trabajo, se encuentra, tumbado en el diván de su consulta, al señor R, el individuo que intentó acabar con su vida en la entrega anterior y del que ya creía haberse librado. El señor R le "pide" amablemente su ayuda, a punta de pistola, para salvar la vida de sus hermanos. El asunto es sencillo. Si falla en su cometido, pierde la vida. El doctor Starks tendrá que descubrir la identidad del potencial asesino y resolver el supuesto crimen antes de que ocurra. Su reto supone una carrera contrarreloj en la que carece prácticamente de posibilidades. Significa situarse deliberadamente entre el cazador y su presa. ¿Por qué arriesgarse por las personas que le arrebataron su vida anterior? En el macabro ajedrez al que le obligan a jugar, muerte se paga con muerte pero, ¿existe la posibilidad de hallar un equilibrio? Si quieren saber, tendrán que leer...

Aunque Jaque al psicoanalista es sin duda una novela entretenida que mantiene al lector en tensión, el desarrollo argumental de Katzenbach en esta segunda entrega responde exactamente al mismo patrón que ya utilizara en su antecesora (protagonista amenazado, carrera contrarreloj, quién es quién con el asesino, el intento de adelantarse a sus acciones...) en detrimento de la originalidad y de cierto grado de factor sorpresa. Katzenbach vuelve a colocar el foco de la narración única y exclusivamente sobre el Dr. Starks, privando al lector de la perspectiva de otros personajes, ciertamente secundarios pero que aportan la frescura de la que su protagonista ya carece. Eso sí, el personaje central está hábilmente construido a nivel psicológico y garantiza al lector barra libre de sus cavilaciones, por lo que entenderá a la perfección el por qué de sus decisiones. Katzenbach vuelve hacer gala de un estilo sencillo y de una prosa concisa en la que abundan las descripciones detalladas. Sin embargo, el peso del diálogo en esta segunda entrega es bastante mayor que en la primera, lo que provoca un ritmo más acentuado y, cómo no, un aumento de la tensión y el suspense mientras nos vamos acercando a un final que, no sé los demás lectores, pero yo de algún modo me esperaba. Os dejo una frase de la obra que me ha gustado mucho: 

La muerte es como cualquier deuda de dudoso cobro. Al final hay que pagarla.

viernes, 8 de noviembre de 2024

A un lado de la carretera, de Paul Pen

La mente y el alma humana son y serán sin duda grandes enigmas cada vez más lejos de ser descifrados. Como una moneda cualquiera, son capaces de albergar en su seno cara y cruz, luz y oscuridad. La naturaleza morbosa del ser humano provoca que no se interese demasiado por la luz, pero ay de las sombras... Cuánto más altas sean las cuotas de mezquindad de un alma, más atención atrae, sobre todo en los lectores devotos del género negro. Y negra como la boca del lobo es la novela que acabo de terminar, que sumerge al lector en situaciones que quizá su mente (la mía tampoco, por supuesto) no esté preparada para absorber. Solo comentaros que entre sus páginas hay escenas que dudo que consiga olvidar con facilidad. 

La trama de A un lado de la carretera (HarperCollins, 2024), de Paul Pen, sitúa al lector en un área de servicio perdida en medio de ninguna parte, en el Hotel Restaurante Plácido, que hace honor a todo menos a su nombre. Hasta allí se ha trasladado el escritor (o proyecto de escritor) Lucas Falena, como Truman Capote en A sangre fría, para escribir lo que en su mente se perfila como una gran novela de true crime, basada en un horrendo crimen que pocos días atrás tuvo lugar en una de las habitaciones del hotel y cuyo protagonista es la familia propietaria. Un padrastro muerto, una madre agonizante y una hermana herida. Y la sangre reina de la escena. Rodeado del ambiente sobre el que escribe, Lucas Falena irá conociendo a la familia protagonista, y entablará una suerte de amistad con Coral, una de las víctimas, una niña especial, de carácter extremadamente reservado, con los ojos llenos de noche y sus pocos años repletos de misterio. Su interés radica no en el morbo truculento que ha atraído la atención incluso a nivel nacional, sino en retratar el dolor humano que hay detrás de los crímenes y sobre las siniestras profundidades del alma humana. Pero ello no evitará que la gente lo perciba como un carroñero, alguien que se aprovecha de la desgracia ajena en su propio beneficio. Lo que Lucas no espera es que, su presencia en el lugar de los hechos y esa relación que mantiene con Coral, acaben por convertirlo también en protagonista de una historia cuyo final es tan escabroso como inesperado.

Una de las cosas que más llama la atención de A un lado de la carretera es el aislamiento y la desolación que se desprende de la propia ambientación de la novela. Asimismo, es curioso que el macrocontexto de este domestic noir sea puramente metaliterario: una novela sobre la creación de una novela. Aunque el principio quizá sea un poco lento, está impregnado de una calma tensa que impulsa al lector a querer saber. Narrativa muy visual, la mayor parte en primera persona, desde la perspectiva de Lucas Falena, lo que nos permite empatizar con sus motivaciones. Si bien es cierto que en la novela apenas tiene peso el diálogo, el ritmo irá siempre en aumento, al igual que el suspense y la tensión, para lo cual el autor usa como arma la brevedad de los capítulos y las frases. La trama es profundamente conmovedora e impactante y los personajes creados por Paul Pen para esta historia están irremisiblemente rotos, marcados a fuego por la crueldad y la desesperación. Como no quiero extenderme más, solo me queda recomendaros su lectura. Disfrutadla si tenéis la oportunidad.

viernes, 1 de noviembre de 2024

La isla de las últimas voces, de Mikel Santiago


Si hay un autor experto en crear ambientes claustrofóbicos y elevar la tensión por encima de niveles soportables, ese es Mikel Santiago. Hoy he terminado la última de sus cuatro primeras novelas, anteriores a su Trilogía de Illumbe y, si bien no es la que más me ha gustado, sí debo decir que me ha atrapado desde la primera página.

En La isla de las últimas voces, Mikel Santiago sitúa al lector en los días previos a Navidad en St. Kilda, una isla perteneciente a Escocia perdida en el inhóspito Mar del Norte, lejos de la civilización, de donde la mayor parte de sus habitantes huyen a bordo del último ferry antes de que una tormenta de magnitud previsiblemente considerable los aisle del resto del mundo. Solo unas pocas almas, por diferentes motivos, han decidido quedarse, con la esperanza de que la amenaza climatológica sea menos catastrófica de lo previsto. Entre ellas se encuentra Carmen, una mujer española que se refugia en la isla huyendo de su demoledor pasado y que vive y trabaja en el Kirkwall, el único hotel de la isla,  regentado por Amelia Doyle. Las primeras páginas de la novela son realmente claustrofóbicas, pues comienza en la bodega de un avión donde viaja, en misión absolutamente secreta, el sargento Dave Dupree junto a otros militares y un par de científicos, custodiando un peculiar contenedor, un reefer al que se refieren como "la Caja". Mientras sobrevuelan la isla de St. Kilda, les sorprende una tormenta que provoca que el avión caiga al mar. Dave es el único superviviente, pero no es capaz de cumplir sus órdenes y destruir la Caja, que flota en el mar hasta que unos pescadores la encuentran y la remolcan hasta St. Kilda. Este misterioso hallazgo trastornará a los pocos habitantes que permanecen en la isla. Bajo un feroz temporal que cortará todo tipo de comunicaciones con el continente, y bajo el influjo de aquello que habita el interior de la enigmática Caja, los acontecimientos en St. Kilda adquirirán un cariz dramático y peligroso para Carmen y los que, junto a ella, conforman la resistencia.

Con una narración a varias voces, Mikel Santiago tensa y tensa la cuerda hasta llevar al lector a una situación inquietante y perturbadora que le hará vivir casi en carne propia las escenas y el ambiente atroz y violento que invade hasta el último rincón de la isla. La trama de La isla de las últimas voces es trepidante y dinámica, con capítulos cortos, narrados por sus protagonistas principales, gracias a los cuales podemos conocer sus pensamientos y sentimientos en cada momento de la historia. La intriga y el suspense van aumentando de forma constante, con muchos giros que mantienen el ritmo de la lectura hasta el final. Como en la mayoría de novelas del autor, la ambientación es un lujazo,  con unas descripciones magníficas que intensifican la tensión dramática, contagiando al lector de oscuridad, frío, viento e incluso terror. Sin duda, un buen thriller, aunque me hubiese gustado que me hubiera explicado un poco más ciertas cosas. 

domingo, 27 de octubre de 2024

Bajo la bruma del silencio, de Miguel Santos


En ocasiones la vida es solo ese monótono transcurrir de momentos y situaciones tan parecidos entre sí que se confunden entre ellos y con el gris plomizo que viste el cielo algunas mañanas de otoño. Con cierta desgana nos dejamos mecer por la rutina, respiramos y vivimos, sin percatarnos de lo valioso de cada uno de esos momentos cotidianos. Dice la sabiduría popular que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, y qué cierto es a veces. Tienen que irrumpir en nuestras vidas la debacle, el dolor, el adiós o el miedo, marcando un hito en nuestra memoria, para que nuestros ojos se abran de verdad y comprendamos el valor de lo esencial. Preguntadle si no a los supervivientes de una tragedia si no cambiarían todo lo que tienen por regresar a esa tan denostada a veces normalidad. Y si hablamos de tragedia, dejando aparte las ignominiosas guerras, los primeros puestos del ránking del dolor y la desgracia están sin duda copados por las catástrofes naturales. La novela que acabo de terminar trata precisamente de uno de esos cataclismos, relatado desde el punto de vista de dos personajes muy distintos entre sí pero cuyas voces quedan irremediablemente hermanadas por el mero hecho de haber sobrevivido a la hecatombe. 

En Bajo la bruma del silencio (Knowmadas Books, 2024), Miguel Santos sitúa al lector en 1970 en la localidad peruana de Santo Domingo de Yungay, a casi dos mil quinientos metros de altura sobre el nivel del mar. El último día de mayo de aquel año, la pequeña población se prepara para vivir un evento inolvidablemente festivo: por primera vez un circo, el circo Berolina, levanta su carpa en el lugar. En las semanas y los días previos, se respira en la localidad un ambiente agitado, que conocemos gracias a la voz de la niña Ariela. Mientras, a más de 400 kilómetros de allí, en Lima, Armando Peña recibe una oferta para que el payaso Cucharita vuelva a hacer reír al público bajo la carpa del circo Berolina, que acepta de buen grado tanto por vocación como por posible solución a sus problemas económicos. Sin embargo, el domingo 31 de mayo de 1970, día fijado para la inauguración, será recordado por motivos lamentablemente bien distintos: a las 15:23, un seísmo de magnitud 7.9 en la escala Richter, con epicentro en el mar de Áncash, sembraría el caos y la destrucción en esta región y en algunas otras colindantes, dejando un indecente número de víctimas. Además, el terremoto originó el desprendimiento de uno de los picos de la montaña Huascarán, sepultando en minutos la población de Yungay bajo un alud de fango y piedra. La primera función del circo estaba a punto de comenzar, y Armando, el payaso Cucharita, deberá dar lo mejor de sí mismo para salvar a los trescientos niños y algún adulto que en ese instante aguardaban el gran momento bajo la carpa, dirigiéndolos a un cerro cercano e intentando allí que la tragedia no golpeara a los más pequeños con toda su fuerza. En el otro extremo del pueblo, han sobrevivido quienes buscaron refugio en el cementerio, entre los que se encuentra Ariela, que misteriosamente se despierta allí tras haber sido arrollada por la histérica estampida de quienes trataban de escapar del alud, acompañada por una enigmática figura que la cuida y la reconforta. En uno y otro emplazamiento el lector será testigo de la desolación, del dolor y el miedo, pero también de la esperanza que suele acompañarlos.

A caballo entre la realidad y la ficción, con un toque incluso de realismo mágico, Miguel Santos y Knowmadas Books nos ofrecen en Bajo la bruma del silencio la historia emotiva, sin deleitarse en lo escabroso, de los supervivientes de una de las mayores tragedias acaecidas en tierras peruanas. Una historia de supervivencia y sufrimiento donde tiene cabida la luz de la esperanza. Un relato con un final sorprendente y unas últimas páginas que dejan en las yemas de los dedos el cálido tacto de la inocencia. Aquí os dejo un par de frases de la novela que me han encantado:

La magia es como el amor, hay que creer en ella para que funcione. Ese es el único secreto. (p. 223)

...el peor horror con el que alguien puede convivir es, con diferencia, el provocado por la incertidumbre. Es esa sensación que se gesta en tu interior y de manera silenciosa te consume, te desangra con lentitud... (p. 227)

miércoles, 23 de octubre de 2024

Libros de Luca, de Mikkel Birkegaard

Desde pequeñita, siempre he pensado que dentro de los libros vivía alguna suerte de magia que transformaba el mundo conforme los leíamos, aunque fuera solo durante ese breve lapso de tiempo. La lectura es para mí un proceso complejo en el que al mismo tiempo somos y dejamos de ser mientras nos dejamos arrastrar por voces que nos son ajenas pero que nacen en nuestro interior a partir de signos plasmados en un soporte (llámese papel o pantalla). ¿Y si fuera cierto que la lectura tiene cierto componente sobrenatural? La trama de la novela que acabo de terminar desarrolla esa posibilidad, y envuelve al lector en un mundo de texturas y aromas del pasado, de letras y de libros que embriagará a cualquier amante de un buen thriller. En ese sentido, nos hallamos ante una obra peculiar, una obra que, aun siendo un thriller, convierte a los libros y a la lectura en protagonistas absolutos.

En Libros de Luca (Círculo de Lectores, 2009), el danés Mikkel Birkegaard transporta al lector al mismo corazón de la ciudad de Copenhague, a una antigua y pequeña librería cuyo nombre da título a la novela: Libri di Luca. El personaje central, Jon Campelli, es un joven abogado con un futuro prometedor y un pasado repleto de incomprensión y tristeza. A la salida de un juicio donde una vez más ha resultado vencedor su cliente, Jon recibe una llamada que ensombrecerá tanto su victoria en la sala como el nuevo y jugoso caso que le han asignado. Su padre, Luca Campelli, de quien llevaba veinte años alejado, ha muerto. Tras el funeral, Jon se enterará de que, al ser el único heredero, ahora es el propietario del negocio en el que tan primorosamente trabajaron su abuelo y su padre durante años. Pocos días después descubrirá que, lo que aparentemente es solo una librería de viejo, en realidad es la sede de una sociedad secreta, la Sociedad Bibliófila, formada por Lectores, individuos con poderes para influir en los sentimientos y pensamientos de los demás a través de la lectura, y que su padre murió en extrañas y violentas circunstancias. Jon no tardará en averiguar que también tiene poderes como Lector, y su objetivo será detener, con la ayuda de otros miembros de la sociedad, a ciertos elementos escindidos que están usando su influencia para hacer el mal. Junto a él, una joven pelirroja y enigmática, cuya personalidad y secretos la irán revelando página a página como un personaje redondo a la que deseamos conocer y acabaremos amando.

Libros de Luca es una obra laberíntica y llena de intriga que atrapa al lector y le demuestra cómo los libros pueden cambiar por completo nuestras vidas. A Mikkel Birkegaard parece dársele bien convertir la lectura en un peligro, así como reflexionar sobre grandes temas morales que trascienden lo lúdico de la obra: la búsqueda del padre, la memoria de la familia perdida, la constatación de que somos de alguna manera parte de nuestros antepasados. Si tenéis la oportunidad, aprovechadla para respirar lectura y libros en una obra que os hará pasar también algún mal rato.


viernes, 18 de octubre de 2024

Anna, no mires atrás, de Sonia Martínez


¿Qué ocurre cuando la vida no es del color que nos la han pintado siempre? ¿Cuando el destino se guarda un as en la manga que reduce nuestra existencia a cenizas y obligatoriamente debemos comenzar de nuevo? A menudo nos enseñan desde nuestra más tierna infancia a decir la verdad pero, ¿y si esta fuera peligrosa? ¿Y si pudiera ser la causa de nuestra muerte? Entonces no queda más remedio que mentir, ocultar, disimular, para protegerse a uno mismo. El personaje principal de la novela que acabo de terminar sabe bien de lo que hablo, pues desde el asesinato de su familia sus únicas consignas serán la cautela, la discreción y nunca mirar atrás.

En Anna, no mires atrás (Raspabook, 2024), la cartagenera Sonia Martínez ofrece al lector un paseo, a través de las vivencias de su protagonista, por la historia del siglo XX, desde la Rusia de los últimos zares hasta la España franquista de los cincuenta. Con la excusa exquisitamente literaria de unos diarios hallados en la biblioteca de una dama de la alta sociedad española, Sonia Martínez desgrana la vida y peripecias de una protagonista obligada a desterrar sus orígenes y su pasado con el único objetivo de sobrevivir. Después de unos acontecimientos trágicos y dolorosos grabados en sangre en los anales de la historia, su personaje principal deberá sacar fuerzas de flaqueza, asumir que su nuevo nombre es Anna Haase y sepultar su verdadera identidad en la tierra que la vio nacer, junto a la familia que ha perdido y el futuro que ya nunca será. Bajo el ala protectora del monarca español Alfonso XIII y sus fieles contactos europeos, Anna emprenderá una huida a través de diferentes países europeos que la llevará al Palacio Real de Madrid, donde confraternizará con la reina Victoria Eugenia y con alguno de los reales vástagos. Será en Madrid donde realice el desgarrador descubrimiento de que no es a su identidad y a sus orígenes a lo único que ha renunciado para seguir viva. Dicho hallazgo provocará que de nuevo ponga pies en polvorosa e iniciará un nuevo periplo que... sí, claro, que os lo voy a contar también. Pues no, si os ha picado la curiosidad, la léeis.

Con una prosa muy cuidada y sin excesivo artificio, en Anna, no mires atrás Sonia Martínez trenza con habilidad una historia donde la perspectiva será la de la protagonista, acompañada siempre de unos personajes secundarios de altura que aportarán profundidad, aventura, misterio e intriga a la trama. Una historia cautivadora desde el mismo inicio donde la autora nos hablará de contextos sociopolíticos y costumbres de forma natural y amena, sin hacer hincapié en colores o filiaciones políticas. Uno de los elementos de la novela que realmente me ha encantado es que al final de algunos capítulos se ofrece al lector un código QR que enlaza bien con una entrada del blog de la autora, bien con un podcast o vídeo de YouTube donde se explica con más detalle algún aspecto relacionado con el contenido del capítulo en cuestión. No son necesarios para seguir el hilo de la obra, ni mucho menos, pero yo los he leído y escuchado y he aprendido sobre ciertos temas que desconocía o de los que sabía muy poco. Y no me extiendo más. Solo deciros que la he disfrutado mucho y que, por lo tanto, la recomiendo. No os la perdáis.

miércoles, 2 de octubre de 2024

La versión de Judas, de Manuel Moyano


La imaginación es la única arma en la guerra contra la realidad (Lewis Carroll)

Esta lectora desconoce si el lógico, matemático y escritor británico autor de Alicia en el País de las Maravillas acertó de pleno con esta frase y la imaginación es el único camino para vencer la materialidad insustancial que nos rodea. Lo que sí sabe es que es, desde luego, la más potente herramienta con la que hemos sido obsequiados —por esos dioses que se juegan a los dados el universo— para combatir a la grisura corpórea que comanda el batallón de la rutina. Para, en ocasiones, encontrarle el sentido al absurdo en el que nos hallamos inmersos lo sepamos o no. Y si de imaginación hablamos, qué mejor que centrar la mirada en uno de los autores que mejor la ejerce. Tras llenar sus cuadernos de tierra, embadurnarse los zapatos del polvo de innumerables caminos y cruzar fronteras interiores y terrenales, Manuel Moyano regresa con garbo a los senderos de la ficción, y lo hace portando el estandarte de la mejor literatura, para regocijo de sus lectores. 

La versión de Judas (Editorial Talentura, 2024) es hasta la fecha la cuarta colección de relatos de Manuel Moyano, y demuestra una vez más su solvencia en la distancia corta de las letras. Fiel creyente del azar y la aventura apostados tras cualquier esquina, Manuel Moyano selecciona para esta obra diez relatos que probablemente harán regresar al lector a una juventud donde los cuentos eran cuentos y no propaganda. Un avispado can que arrastra a ciudadanos incautos a un macabro sótano. Un tren infinito que surca las ásperas llanuras castellanas a ninguna hora. La utopía de conjurar el olvido en unas cuantas páginas escritas. Una curiosa epopeya al auspicio de un sueño. Un concienzudo cronista con dilemas morales acerca de la historia más reciente. El intrigante fragmento de un selvático diario. Un enigmático individuo acompañado irremediablemente a todas horas. El conflicto de un escritor a un lado y otro de un espejo. Un Judas moderno que traiciona a su Mesías por una ingente cantidad de euros. Y, mi favorito, una sátira donde la estulticia del más alto rango se ocupa en compartimentar la bóveda celeste. Diez relatos sencillamente fascinantes. 

Con su prosa impecable y precisa de relojero suizo, Moyano intercala lo insólito, lo asombroso, entre capas de la sustancia a la que llamamos realidad, obteniendo así relatos tocados por un aura de extrañeza, de inquietud, cuyos finales dejarán al lector perplejo como poco. Destacaría asimismo su sentido del humor, ácido unas veces, irónico, cruel o ambas, otras. Y no me queda más que pediros que en este mundo absurdo donde los tambores de guerra alzan su voz por encima de cualquier atisbo de humanidad o de cordura, huyamos, y hagámoslo a bordo de las mejores letras, por ejemplo, de las que dan vida a esta obra.

lunes, 30 de septiembre de 2024

El extraño verano de Tom Harvey, de Mikel Santiago


No es un secreto para nadie que el tiempo vuela, y yo me doy cuenta de que hace ya casi un año que un buen amigo (gracias, Juan Carlos) me insistía por activa y por pasiva en que tenía que leer a un autor que estaba seguro me iba a encantar. También os diré que a ese respecto, muy pocas veces se ha equivocado (una sola que yo recuerde). Así fue como descubrí a Mikel Santiago con su Trilogía de Illumbe, y aún recuerdo con auténtica fascinación esa certeza no de haber quedado atrapada entre las páginas de unas novelas, sino de haber caído en las redes de un autor que me cautivó desde el primer momento y lo sigue haciendo en cada obra que de él leo. Quienes me conocéis sabéis que padezco un extraño trastorno que me impulsa a leer las primeras obras de un autor no vaya a ser que me pierda algo de su evolución, y en este caso no ha habido excepción. Empecé con La última noche en Tremore Beach y supe que ya desde el principio fue bueno, y que no hace más que crecer con cada nueva obra que ve la luz. La última que acabo de leer (solo me falta ya una antes de Illumbe) es, sin duda, la que más me ha enganchado hasta el punto de prácticamente bebérmela de un par de sorbos.

En El extraño verano de Tom Harvey (Ediciones B, 2021), Mikel Santiago dibuja como protagonista a Tom Harvey, un músico de jazz a quien la fortuna no le ha sonreído en exceso y que ha de complementar los magros ingresos de su saxo ejerciendo como guía turístico en Roma. Una noche, mientras disfruta de los placeres de la capital del Lacio junto a una signora, recibe una llamada de su amigo y ex-suegro Bob Ardlan, pero su prioridad dista mucho de ser atender al teléfono en ese preciso momento. Dos días después, de camino a un bolo, su teléfono vuelve a sonar, y le trae la voz de Elena, su ex-mujer, de la que siempre ha estado (y estará por los siglos de los siglos) enamorado, que entre sollozos le comunica que su padre ha sufrido un trágico accidente con resultado de muerte. Sin pensárselo dos veces, pone rumbo a Tremonte, localidad donde residía el difunto, para estar junto a Elena, sin dejar de preguntarse qué hubiera ocurrido si hubiese atendido la llamada de Bob. De aquí en adelante, lo que el autor nos propone es encontrar (dado que la teoría del accidente va a parecer inverosímil desde un principio), la identidad del asesino de la mano de Tom, cuyo carácter obsesivo le obligará a adentrarse en una investigación no exenta de riesgo. En la novela irán apareciendo numerosos personajes, y de todos vamos a sospechar, ya que todo lo observaremos desde su perspectiva y no tendremos más información que la que él maneje en cada momento, sabremos lo mismo que él. Todos los personajes tienen algo que ocultar, algo que puede convertirles en sospechosos.

Aunque en El extraño verano de Tom Harvey hallaremos varias de las señas de identidad del autor, como su sempiterna conexión con la música, Mikel Santiago muestra aquí un cambio, distanciándose de los ambientes opresivos de las obras anteriores y ambientando esta novela en un escenario totalmente distinto: la costa mediterránea italiana, luminosa, glamurosa, bohemia y artista. Resultará sumamente sencillo empatizar con Tom, y compartir sus miedos. Un tipo de treinta y bastantes con una vida inestable y caótica. Un solitario con su única familia en suelo estadounidense. Enamorado perdida e incurablemente de su ex-mujer. Al igual que en las melodías de jazz que se desprenden frecuentemente de entre sus páginas, el tempo es sumamente importante en el desarrollo de esta novela entretenida de principio a fin, con una estructura muy ágil, muy rápida, profusa en diálogos, llena de giros, con la tensión in crescendo conforme se avanza en la lectura, y en la que al final todas las piezas encajarán en el puzzle. Magníficos ratos de lectura garantizados. Yo de vosotros no me la perdería.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

Mañana acabará todo, de Susana Rodríguez Lezaun

En eso nos convierte a todos la guerra, pensó, en cosas que no le importan a nadie, que lo mismo pueden estar en pie que tumbadas, vivas o muertas, seguir o hundir la cara en el barro para siempre.

La cita que encabeza esta entrada llega al lector en las primeras páginas de la novela que acabo de terminar. Si las frases pudieran encarnarse en sustancia, esta sin duda lo haría en unos ojos repletos de vacío que miran a la nada en un bucle infinito donde ya no existen el espacio ni el tiempo. En unos ojos desprovistos de chispa que escudriñan, hastiados, la línea convulsa que separa la cordura de la mayor de las sinrazones humanas: la guerra. La guerra. Esa sentencia de muerte indiscriminada auspiciada por megalomanías y codicias varias disfrazadas de geopolítica, xenofobia o religión. Dolió hablar de guerra ayer. Duele hablar de guerra hoy. Mejor no ver las noticias. Tierra empapada en sangre que sepulta humanidad perdida. Cuenta Susana Rodríguez Lezaun, autora de la obra, en sus ultimas páginas que, en el no tan lejano otoño de 1992, estrenaba contrato de ayudante de redacción en el Diario de Soria. Cuenta que le asignaron cubrir la llegada a la ciudad de un pequeño contingente de refugiados bosnios y macedonios. Cuenta que, días después, un dramático acontecimiento la hizo comprender que los fantasmas no se marchan, que viven en nuestra mente, detrás de nuestros ojos, al tiempo que plantaba el germen de esta novela.

En Mañana acabará todo (Editorial Navona, 2024), Susana Rodríguez cambia el thriller noir por la oscuridad de una guerra. La de la Guerra de los Balcanes, el conflicto más sangriento ocurrido en suelo europeo desde que acabase la Segunda Guerra Mundial. Disputas étnico-religiosas que resultaron en cerca de 200.000 muertos y millones de almas desterradas de sus hogares y sus vidas. Y uno de los primeros conflictos sancionados y juzgados oficialmente como genocidio. Con una prosa sencilla, afilada e irónica, la autora nos sitúa en medio de una llanura cualquiera de la antigua Yugoslavia. Sobre la ajada tierra hollada por la ignominia y las bombas se levanta una casa. Parece a simple vista una casa cualquiera pero no lo es. En tiempos anteriores al reinado de la parca fue un burdel. Donde antes gobernaran los placeres de la carne, la risa y el jolgorio ahora campa a sus anchas la desolación entre telarañas, escombros y la muerte lamiendo las paredes. Tras cinco largos y extenuantes años dedicado al oficio de la guerra y la supervivencia, Fiódor, el antiguo cocinero del burdel, vuelve al que fuera su hogar y, al verlo en pie, decide convertirlo, tanto el edificio como su alma, en un lugar habitable. Dentro encuentra, escondidas en el desván, a Daniela, Adriana y un diminuto bebé sin nombre que nació al amanecer. Poco tiempo después se les unen Dunja, una de las chicas que trabajaba como prostituta allí, y Rita, la antigua madame y propietaria del inmueble, junto a Helldoor, un can aparentemente salido de las mismas fauces del infierno. Cada uno con sus miedos, pesadillas y dolores que sobrepasan los límites de la comprensión, tendrán que aprender a convivir y construir un mañana donde la luz sea posible. Pero, ¿y si acaso el destino jugara con las cartas marcadas?

Susana Rodríguez, en Mañana acabará todo, ofrece al lector un atisbo de humanidad conservada a pesar de la barbarie y la desgracia. Con habilidad, construye personajes bien perfilados, complejos, repletos de aristas y pasados ineludibles. Convierte un antiguo burdel en el epicentro de una trama donde se conjugan el dolor y la esperanza y donde cohabitan las atrocidades vividas con momentos de ternura. El ayer y la posibilidad de un mañana. El amor y el miedo. Con mucho acierto, Susana incide de manera directa y sin tiritas en la violencia sexual sobre la mujer como uno de los grandes crímenes de la guerra, que destroza por igual pasados, presentes y futuros. Una novela dura y conmovedora, sin duda, de lectura absolutamente recomendable. 


jueves, 19 de septiembre de 2024

Pukata, pescados y mariscos, de Men Marías

Que la vida es un ratito es algo que, a estas alturas de la película, tenemos (espero) todos claro. Y como solo es un ratito, más vale dedicarle el máximo posible a menesteres placenteros. Leer un libro que llevabas mucho tiempo acechando y que te encante es, para esta lectora, uno de los más gratificantes. Si encima resulta una lectura distinta a las que habitualmente practicas, literariamente deliciosa y conmovedoramente humana, doble placer garantizado.

Ganadora del Premio de Narrativa Carmen Martín Gaite en 2017, Pukata, pescados y mariscos (Traspies, 2018) es el título de la primera obra de Men Marías que llegó al público. Pukata es el nombre del restaurante de la costa mediterránea donde se ambienta, y Men Marías ofrece en ella al lector una historia sobre todo humana. Nos sirve en bandeja de plata, con guarnición lingüística del español colombiano más costeño, la vida de los trabajadores del cotizado local, inmigrantes en su totalidad, narrada por la voz de Gabino, colombiano exempleado del Pukata que cumple condena en prisión por un delito del que, según él, no es culpable.

«Solo había dos cosas que me hacían olvidar el hecho de que estaba muriendo: mi hija y los pezones de la Perlita». 

Así arranca su relato Gabino y así comienza la novela. Amor de padre, amor carnal y la muerte como una espada de Damocles sobre su cabeza por una epilepsia hereditaria letal (aunque solo en su familia). Una hija a la que no conoce de una madre que lo extorsiona hasta robarle el aliento; deudas heredadas que le impiden regresar a su país; una hermosa amante, para más inri esposa de su jefe, que lo subyuga y lo solivianta a partes iguales («Que la vida no es el hecho, que lo he dicho siempre, que la vida es el mientras tanto, y que mi mientras tanto por aquel entonces era ver a la Perlita en la habitación en la que me escondía siempre con cañas de azúcar moviendo las nalgas a ritmo de una bachata que escuchaba constantemente a escasos segundos de montarme», p. 22). Desde su celda hará un minucioso repaso a la cotidianeidad de una vida de sinsabores, la propia y la de sus compañeros de trabajo, cotidianeidad que se verá alterada el mismo día en que su jefe, Don Julio Pukata, anuncie la participación del negocio en un certamen gastronómico, de cuyos resultados dependerá en gran parte su sustento futuro. Entre cacerolas, servicios de mesa e ínfulas de superioridad se irán desvelando los hilos que manejan la vida de los empleados del Pukata al mismo tiempo que planea sobre sus páginas una intriga de fondo que no se resolverá hasta el final.

Pukata, pescados y mariscos, como su propio nombre sugiere, es una obra en la que las papilas gustativas jugarán un papel muy relevante, por lo que se recomienda leerla con el estómago lleno. Si hay algo que caracteriza a esta novela es la fusión, y Men Marías demuestra solvencia a la hora de mezclar sabores. Combina de una manera armónica las especias exóticas y los prejuicios nacionalísimos. Entrevera la nimiedad de una anécdota con la profundidad de reflexiones que escuecen de realidad. Entrevera las penurias y las lágrimas de la vida del inmigrante con sonrisas, esperanza y baile. Todo eso y una gastronomía que abre el apetito es lo que hace Men Marías en esta obra, aliñándola también con un sabrosa nota metaliteraria, pues uno de los personajes, entre fogones y cubiertos, alberga en su esencia el anhelo de escribir. Original y muy diferente en el planteamiento a lo que a priori esperaba, la recomiendo sin duda a golosos, sibaritas y amantes de la buena literatura.

 


sábado, 14 de septiembre de 2024

Hierro viejo, de Marto Pariente

Habitualmente, consignamos al verbo «enterrar» y a todos sus parientes semánticos al espectro más incómodo del léxico. Enterrar es, literalmente, sepultar algo o a alguien bajo capas de tierra. Lo asociamos indefectiblemente a la muerte, y mal encaminados no vamos, la verdad. Sin embargo, a menudo no somos conscientes de que, por lo general, casi todos tenemos experiencia en el arte de enterrar, con mayor o menor habilidad, con mayor o menor garantía de éxito. Por mil razones, tratamos de reducir pretéritos recientes o remotos—palabras, acciones, sueños, besos, vivencias, sentimientos— a diminutas cápsulas de ignominioso olvido y las sumergimos bajo estratos de apariencia y sonrisas prefabricadas. ¿Y qué es el olvido sino la muerte de quienes un día fuimos? El protagonista de la última novela que he leído lleva el acertadísimo nombre de Coveiro (enterrador en portugués) y ha sepultado bajo tierra negra su verdadero nombre y su identidad, ignorante de que el pasado resucita a veces como una bala que impacta en el centro del pecho. 

Hierro viejo (Siruela, 2024) es la tercera novela de Marto Pariente que ha caído en mis manos y que no he podido devorar porque me la he tenido que beber a sorbitos y volver atrás para saborearla como realmente se merecía. La obra ha sido definida como «western crepuscular» pero, más allá de etiquetas que encasillan más que definen, diré que me ha encantado. Ambientada en el entorno rural, agreste y decadente, de un pueblecito llamado Balanegra, Marto Pariente nos presenta a un protagonista, Coveiro, para quien los años no han pasado en balde. Tras numerosos años de una vida entregada a la violencia y a la clandestinidad, Coveiro se dedica ahora a cazar, a enterrar a los pocos difuntos del pueblo y a cuidar de su sobrino Marco, un chico cuya mente flota entre los márgenes de un espectro autista. En la imperturbable paz de Balanegra nota el viejo cómo se resienten sus articulaciones mientras mantiene a raya a los fantasmas de un pasado que quizá no quedó tan lejos como esperaba y regresa cuando el hijo mayor de Rubí de Miguel, diva propietaria de la mayor industria cárnica del país, muere y debe ser enterrado allí. El muerto al hoyo y los vivos a jugar a los trileros. Ahora lo ves, ahora no lo ves. Pero nadie cuenta con la presencia del insomne Marco, testigo involuntario del secreto mejor guardado, que se esfuma dejando junto a una fosa su inseparable cinturón de herramientas. La desaparición del chico revive el espíritu dormido de Coveiro, que hará lo que haya que hacer para saber. Hierro viejo no suelda bien, pero sigue golpeando.

Marto Pariente nos regala en Hierro viejo un estilo narrativo propio y difícilmente definible, como una constelación donde pasados y presentes brillan en el momento justo y necesario para crear la atmósfera y la singular melodía del conjunto. Capítulos breves, contundentes, y frases cortas como martillos que permiten que, desde el inicio, el lector perciba la voz propia de un autor con una habilidad especial para la ambientación. Prosa sencilla y a ratos dura donde sobresalen diálogos repletos de fuerza. Ritmo alejado de lo frenético pero en la senda de la urgencia. Un protagonista inolvidable que conjuga el cinismo de un ex sicario con la ternura del que protege a los suyos. Y si el protagonista es memorable, los secundarios —perfilados seguramente por alguna musa tarantiniana— no lo son menos e incluso amagan con hacerle sombra en algunos pasajes. No es necesario insistir en que la recomiendo, ¿verdad?




lunes, 2 de septiembre de 2024

Purasangre, de Noelia Lorenzo Pino


Valiente: capaz de acometer una empresa arriesgada a pesar del peligro y el posible temor que suscita. Eso dice la RAE. Y valentía es lo que hace falta para tratar ciertos temas sin mojigatería, con amplitud de miras y con una sensibilidad digna de admirar. Hablar de salud mental no es sencillo, gestionarla mucho menos. Nos supera el desconocimiento y nos pesa el estigma como una losa. Resulta sencillo, por ejemplo, contarle a alguien que tu padre ha superado un cáncer o que le han cambiado la medicación de la tensión. Fisio, quimio, magneto o quimioterapia tampoco suponen ningún problema. Sin embargo, ay, cuando tienes que confesar (sí, confesar, como si fuera un pecado, uno que nadie ha cometido) que semanalmente preparas un pastillero con varios tipos de drogas legales porque tu madre las necesita. Desayuno, comida y cena. Benzodiazepinas, feniltriazinas, pregabalina, duloxetina, olanzapina... Revestidas de incomodidad, vergüenza y culpa a ojos propios y ajenos. Hijas de la ciencia, víctimas de la ignorancia y los prejuicios y súbditas del oprobio. Carne de tabú por los siglos de los siglos. ¿Hablaremos algún día de ellas y de las patologías que tratan con la misma naturalidad con la que hablamos de otras disfunciones? ¿Y de las adicciones? No lo sé, pero es cierto que ayuda bastante que los autores metan el dedo en la llaga y ayuden a normalizar situaciones. Y si encima lo hacen con la solvencia, la elegancia y el buen hacer de esta autora, el beneficio es por partida doble. 

Purasangre (Plaza y Janés, 2024), de Noelia Lorenzo Pino, es la segunda entrega de la saga protagonizada por la oficial de la ertzaintza Lur de las Heras y la patrullera Maddi Blasco. Aunque son tramas de investigación independientes, recomiendo leer primero Blanco inmaculado (la entrega anterior), porque son multitud de detalles los que colean en esta de la anterior. La trama de Purasangre comienza al recibir Lur de las Heras en su casa la visita de su vecina Rosa, que fuera mejor amiga de su abuela, preocupada por la desaparición de su nieta Sua, una joven de dieciocho años aparentemente normativa, sin problemas familiares ni sociales conocidos. Al parecer, la chica no regresó a casa la noche anterior, y a priori no parece una desaparición voluntaria. El hecho de conocer a Sua desde que nació hace que Lur se reincorpore a su puesto (estaba de baja para tratar su particular dolencia, extremadamente limitante y sin diagnosticar) y se implique tanto personal como profesionalmente en el caso. Lur y Maddi, junto al pesimista Kirmen González y su compañero Mateo Algorta (que ya se tiene el cielo ganado) —dos agentes de la comisaría de Oiartzun que se incorporarán al departamento de casos de Irún— se enfrentarán a un caso que eleva a la máxima potencia el dicho de que las apariencias engañan. Tras la reconstrucción de los días previos a la desaparición de Sua, la investigación de su entorno, interrogatorios, revisión de cámaras, etc. La ertzaintza apenas encuentra pistas que seguir. Tan solo unos misteriosos mensajes recibidos en su app alertando del peligro que corre la chica del abrigo rojo desaparecida y una intrigante letra "C" que se repite los jueves en la agenda de Sua. Hilo a hilo, se irá trenzando el tejido de la atmósfera que rodeaba a la chica antes de desaparecer: miedo, secretos, responsabilidades impropias de una quasi adolescente, enfermedad mental, malas decisiones y una droga de alto nivel (la purasangre). De forma paralela a la trama policíaca, Noelia Lorenzo nos va dibujando la faceta personal de Lur y Maddi. La primera, condicionada por su extraña enfermedad y un brote de amor ineludible. La segunda debe lidiar con un marido infantiloide y celoso por sus logros profesionales que enturbiará la vida familiar usando a los niños como arma arrojadiza. ¿Lograrán mantenerse a flote y encontrar a Sua?? Para saberlo, tendréis que leer.

Como en Blanco inmaculado, los personajes de Lur y Maddi destacan sobre el resto. Dos mujeres fuertes, valientes, que se complementan y se entienden a la perfección. Heroínas de sus propias vidas imperfectas, como las de casi todos. A golpe de capítulo corto, con la prosa ágil, sencilla y cuidadísima que la caracteriza, Noelia utiliza en Purasangre una narración a dos tiempos. La voz del narrador del presente nos relata la investigación y las vidas de Lur y de Maddi. La voz de Sua nos habla del pasado reciente, de las semanas anteriores a su desaparición. Ingeniosa y muy bien hilada, la trama de Purasangre emociona y atrapa enseguida. Aunque es cierto que el ritmo de la misma no es frenético, se mantiene hasta llegar a un final que, por inesperado, deja al lector boquiabierto. Como dicen por estas tierras, oro "molío". Creo que queda claro que la recomiendo, ¿no?

miércoles, 28 de agosto de 2024

Blanco inmaculado, de Noelia Lorenzo Pino


Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas,
y una voz cariñosa le susurró al oído:
—¿Por qué lloras, si todo
en este libro es de mentira?
Y él respondió:
—Lo sé;
pero lo que yo siento es de verdad.
(Ángel González)

Llevo mucho tiempo viendo este fragmento circular por redes, pero nunca lo había sentido tan verdad como hace un rato, mientras buscaba las gafas de sol para que nadie se percatase de una lágrima que nacía en mis ojos, cerca del desenlace de la novela que acabo de terminar. Y es que, a veces, el lector se sumerge tanto en la historia que tiene delante que sus páginas le atrapan y no le conceden la libertad hasta la ultimísima. Para ello, el autor o autora debe dominar la magia de las letras, el mecanismo de un buen personaje y la alquimia de las relaciones humanas. Y esta autora siempre lo consigue, mejor dicho, lo borda. No hay novela suya que no me haya retorcido las entrañas poniéndome en la piel de uno o varios de sus personajes. Y esta no iba a ser menos.

Blanco inmaculado (Plaza & Janés, 2022) es la primera entrega de la nueva saga de Noelia Lorenzo Pino, protagonizada por Lur de las Heras y Maddi Blasco, dos ertzainas que tardan poco o menos en ganarse la simpatía y la confianza del lector. La trama, ambientada en Euskadi, comienza con un asesinato y un incendio en el caserío que en tierras vascas posee la "familia" Fritz, una comunidad cristiana tradicionalista (vamos, una secta) que vive alejada del mundo moderno y se financia mediante la elaboración artesanal de prendas cuya marca da título a la novela. Como podréis imaginar, la historia se desarrolla principalmente en un entorno rural y las relaciones entre sus personajes están determinadas por el aislamiento, la ignorancia y la violencia. El personaje central de Blanco inmaculado es Lur de las Heras, una inspectora que lleva un tiempo alejada de su puesto a causa de una enfermedad a la que nadie pone nombre y que ha mermado considerablemente su movilidad. La llamada de su comisario (y amigo) la saca provisionalmente de su retiro y la lleva hasta el caserío Fritz para investigar la muerte de Ari, una joven de 14 años, y el incendio del taller de costura donde la "familia" confecciona las prendas. Para ello, contará con la ayuda de Maddi, una patrullera con buen instinto que, además de la investigación en las restrictivas condiciones que impone el estado de Lur, deberá soportar una situación nada agradable en casa, con un marido machista, envidioso e infantiloide a más no poder. La obra se estructura en dos bloques y cuenta con un amplio abanico de personajes secundarios cuya relevancia irá aumentando a lo largo de la historia. El primer bloque gira en torno a la investigación de Lur y Maddi, en cómo van descubriendo pistas y sospechosos. El segundo se centra en la vida de la comunidad Fritz y en las relaciones entre sus miembros, lo que posibilita al lector comprender el escenario en el que ha tenido lugar el crimen. Hermetismo a prueba de bombas, mentiras, secretos y boicots varios serán algunos de los obstáculos que tendrán que salvar Lur y Maddi para esclarecer la autoría de los hechos. ¿Quién asesinó a Ari y por qué? Para averiguarlo... tendréis que leerla, vamos digo yo.

En Blanco inmaculado, con su prosa habitual sencilla y directa y con una habilidad difícilmente superable, Noelia Lorenzo hace un retrato detallado de los personajes, mostrándonos sus miedos, deseos y debilidades con una sensibilidad exquisita. Dibuja a la protagonista, Lur de las Heras, como una mujer inteligente, resiliente, decidida y valiente que, aparte de la dificultad de la investigación, debe luchar contra los prejuicios y la discriminación del sector machista de su profesión. Los miembros de la "familia" Fritz están diseñados como seres enigmáticos, cincelados por la rigidez de su millón de normas, baúles que esconden secretos que irán desvelándose a medida que avanza la trama. De la novela destacaría su cuidadísima estructura, su trama hilada a la perfección y un ritmo narrativo que mantiene al lector en vilo de la primera a la última página. Muy acertados los flashbacks de Noelia para conocer el pasado de los personajes y comprender sus motivaciones, y los diálogos totalmente verosímiles para empaparnos de sus personalidades y sentimientos. El componente de crítica social transversal y perfectamente integrado en la trama vuelve a ser uno de los puntos fuertes de la autora. En Blanco inmaculado, Noelia visibiliza sin ambajes el machismo latente en la sociedad, personificado en los compañeros ertzainas que subestiman y menosprecian a Lur y a Maddi por su condición de mujeres, y en la superioridad del varón en torno a la que se articula la "familia" Fritz. La intolerancia a varios niveles también es otro factor clave de la historia, una intolerancia que lleva a los personajes a sucumbir a prejuicios y estereotipos, juzgar y dictar sentencia sin interés alguno en conocer la verdad. Y no puedo acabar sin mencionar esa forma única que tiene Noelia de transmitir y provocar emociones, de crear atmósferas de opresión y tensión que enganchan al lector y a veces le obligan a detenerse y decirse: eh, tú, que es ficción. En resumen...que la leáis. Merece la pena, y mucho. 






viernes, 23 de agosto de 2024

Las horas crueles, de Marto Pariente

-Te diré una cosa- le dijo con cierta dulzura-: entre la maldad y un jodido loco, teme siempre al loco.

No sé si vosotros os habréis percatado, pero hace tiempo descubrí que las letras de ciertas obras, independientemente del soporte donde se hallen consignadas, desprenden su propio aroma, trazan senderos con determinados colores, nos atrapan en su melodía singular y única y nos subyugan con su particular tacto y sabor. Para percibir tan sensoriales matices solo es necesario leerlas con el alma abierta de par en par. La novela que acabo de terminar exhala la fragancia inconfundible de la tristeza. De la pena inmisericorde que otorga la pérdida. Sus páginas mezclan el gris y el negro con los colores agrestes de la sierra. Su banda sonora es la sinfonía del dolor, de la ausencia, del irremediable desahucio de las ilusiones.Tiene el tacto rugoso de las cicatrices con vocación de tormento, la caricia áspera de los inviernos que abolen la sonrisa. Y el regusto amargo de la muerte en varios tiempos. Pero casi siempre hay una primavera acechando tras la esquina del frío...Además, está escrita por una de las mejores plumas con las que me he encontrado hasta la fecha, tanto en la faceta de narrador como en la de escritor. 

Las horas crueles (Espasa, 2023) es la tercera obra publicada de Marto Pariente y, aunque las expectativas eran altas tras haber leído La cordura del idiota, puedo decir sin miedo que las ha superado con creces. Catalogada como country o rural noir (aunque cualquier etiqueta se le queda corta, y es mucho más que eso) y ambientada en su Guadalajara natal, Las horas crueles sumerge al lector en una trama sórdida urdida con los mimbres de lo escabroso y lo profundo, trenzada con los hilos de la investigación y miles de dolorosas agujas que se clavan en la piel del lector cual perplejo acerico. Comienza de forma intensa, sin preámbulos, con un monstruo que debe decidir en un instante la mejor muerte y prosigue presentándonos a uno de sus protagonistas, Frank Durán, en una escena que ya remueve las entrañas. Frank Durán era policía y, a causa de una decisión con desenlace poco afortunado, perdió la placa y su licencia de investigador, por lo que ahora ejerce funciones de "asesor" de investigación de asuntos menores en un negocio propio con poco o ningún futuro. Un día, recibe la visita de Abraham Constanza, relacionado con el caso que propició su debacle profesional, y este se ofrece a solucionar sus problemas económicos a cambio de que se integre en la plantilla de Constanza Desaparecidos donde, junto a la peculiar y tatuadísima Eliana Santoro, deberá hallar el paradero de Tomás Moreda, el Monstruo de la Tejera Negra. El individuo en cuestión salió hace seis meses de prisión tras una condena de 30 años por la desaparición de sus hijos, cuyos cadáveres nunca llegaron a aparecer, y se ha perdido su rastro. Frank y Eliana, con la ayuda de Méndez (ex-jefe y único amigo de Frank) entre bambalinas, se verán inmersos en una historia a la que no le faltará ni un ingrediente para atrapar la atención del lector: fiambres varios, dientes de leche bañados en plata, mafiosos muy a lo Tarantino, el ángel de la muerte y, si no era suficiente, ciertos mitos y leyendas del folklore popular. ¿Hallarán respuestas? ¿Sabrán encontrar la dirección correcta en la que mirar? ¿Añadirán más castigo a su ya pesado bagaje de sufrimiento? Tendréis que leerlo..


Marto Pariente vuelve a dejarme con la boca abierta y el alma dolida (sí, duele). Destacaría su lenguaje ágil, preciso, descriptivo y certero, que a pinceladas medidas nos hace imaginar lugares aunque no los conozcamos, su excelente adaptación a los diferentes registros pero, sobre todo, me gustaría destacar la calidad de sus personajes. Complejos, poliédricos, alejados de cualquier estereotipo y excelentemente dosificados hacen, desde luego, las delicias de cualquier lector del género. Absolutamente recomendable. No os la perdáis.


jueves, 15 de agosto de 2024

El pantano de las mariposas, de Federico Axat


¿Os ha pasado alguna vez que acabáis una lectura y se os queda cara de bobos? ¿Incluso hasta el punto de casi enfadaros un poquito porque el autor os ha manipulado y os ha llevado por donde él quería? ¿O porque, mientras estamos inmersos en el placentero acto de leer, hay ciertas cosas que damos por sentadas y ni siquiera nos planteamos? Reconozco que a mí me ha ocurrido pocas veces, o al menos de forma tan aparatosa como con la novela que acabo de terminar. Aunque la crítica la encuadra en la versatilidad del thriller (que no digo yo que no lo sea porque en ese cajón cabe casi todo), lo cierto es que también es un bildungsroman de manual, con personajes que me han traído a la memoria a alguno de los huérfanos de Dickens. 

El pantano de las mariposas (Destino, 2013), de Federico Axat, es la combinación perfecta de misterio, suspense, crecimiento y aventuras. Ambientada en Carnival Falls, una ciudad ficticia al noreste de Estados Unidos, comienza rozando intensa pero brevemente la tormentosa noche del 10 de abril de 1974. Una mujer que vuelve a casa en coche con su bebé. Unas luces, un terrible accidente, y un cuerpo desaparecido. Tras esa fugaz introducción, Axat traslada al lector al verano de 1985. Sam Jackson y Billy Pompeo, en plenas puertas de la adolescencia, son mejores amigos y planean un verano, probablemente el último que disfruten como niños, cuyo ingrediente primordial es la aventura. Surcarán los misterios del bosque a lomos de sus inseparables bicicletas y tendrán como objetivo principal la construcción (largamente planificada) de una casa en un árbol. Sin embargo, pasarán de dúo a trío con la irrupción en sus vidas de Miranda Matheson, una recién llegada a la zona con quien compartirán peripecias, resolverán misterios y se iniciarán en el complejo y hermoso a la vez camino del primer amor. Carnival Falls, escenario donde transcurre la novela, es un enclave tranquilo y pintoresco en el que casi todos dicen conocerse pero guardan secretos de mayor o menor enjundia, un lugar moldeado por su drama particular: misteriosas desapariciones de personas a lo largo del tiempo. Aunque en principio estos sucesos no parecen tener ningún elemento común, existe en la zona una creencia bastante arraigada que atribuye a los extraterrestres la responsabilidad sobre las desapariciones. El autor consigue, con sencillez pero con maestría, que nos sumerjamos sin esfuerzo en esta pequeña ciudad, en su vida cotidiana, en las granjas circundantes y en el bosque, ese bosque que oculta al mismo tiempo belleza y peligro. 

Aunque la prosa de Federico Axat está exenta de artificio, es digna de mención su manera de transmitir una sensación de desasosiego en cada línea, una inquietud persistente que se mantiene constante desde el mismo comienzo y que cocina la tensión a fuego lento. Los misterios y aventuras que se van desgranando llevan al lector en volandas con un ritmo rápido que, junto a la abundancia de diálogos y el suspense permanente hacen la lectura muy activa y entretenida. Dos líneas temporales, 1985 y 2010, se irán entremezclando en la novela, dando cuenta al lector de los sucesos de ese verano en el que Sam, Billy y Miranda se hicieron amigos y corrieron grandes aventuras, pero también del presente de esos niños que ahora ya son adultos. Narrada en primera persona por Sam Jackson, que vive en régimen de acogida en la granja de los Carroll, asistiremos a una historia donde la aventura y el misterio rivalizarán en relevancia con el peso los sentimientos, la ternura y la belleza de la inocencia. Además de señalar que he caído rendida ante sus personajes, a mi juicio verosímiles y entrañables, no quiero terminar sin mencionar el final. Ese final en el que, cuando ya crees saber todo lo que vas a saber, llega el autor y te planta en tus mismas narices una revelación sorprendente que, aparte de dejarte absolutamente pasmado, te provocas unas ganas locas de empezar a leer de nuevo bajo la perspectiva que otorgan esas últimas dos páginas. Si os ha picado la curiosidad, ya sabéis.


lunes, 12 de agosto de 2024

La ley del padre, de Carlos Augusto Casas

Como bien sabéis quienes me conocéis, mi trayectoria como lectora de noir no tiene aún solera, puesto que solo se remonta unos cuatro años atrás en el tiempo, a la edición semi-pandémica de Cartagena Negra 2020. Nunca podré demostrar lo suficiente el agradecimiento al festival por llevarme al lado oscuro de una forma tan natural e irremediable. Desde entonces he leído ya unas cuantas, pero me sigue maravillando la capacidad del género para sorprenderme. Habitualmente, el negro suele destacar por contraposición a otros colores. Destaca sobre todo en contraste con el blanco. Sin embargo, la novela que acabo de terminar me ha demostrado que también es posible apreciar ese negro entre las sombras retorcidas de otros negros cada cual más oscuro que el anterior. 

En La ley del padre (Ediciones B, 2023), Carlos Augusto Casas, con una prosa precisa y actual y un humor a juego con el color de la trama, nos ofrece un matiz del noir distinto al que solemos estar habituados los lectores del género. Alejado del thriller policíaco al uso y de cualquier paradigma maniqueísta, el autor nos ofrece una historia familiar plagada de personajes zaínos en todas las acepciones del término. La novela comienza con el intento de suicidio frustrado de un alma anónima cuya identidad descubriremos algunas páginas después. Un ser atribulado por máculas pretéritas e imborrables que, sabiendo de la imposibilidad de la redención, anhela la asepsia incolora e inodora de la muerte. Poco después, la joven Melinda se incorpora como parte del servicio del hogar de los Gómez-Arjona, cuyos principales atributos son un insano apego por el poder (y el dinero, pero sobre todo el poder) y la inherente carencia de escrúpulos que este conlleva. Durante la celebración de cumpleaños del patriarca, apodado con mucho tino "el Rey Arturo", alguien cercano a el intentará acabar con su vida con la ayuda de unos cuantos gramos de dioxina. ¿Enemigos? ¿El servicio? ¿Sus propios hijos? En lugar de acudir a la policía o a algún investigador privado, con el afán de evitar que la turbidez del asunto llegue a manos de la prensa, Arturo Gómez-Arjona recurre a una de sus marionetas, el Enterrador, para que averigüe quién de entre sus allegados se ha atrevido a intentar quitarlo de enmedio. A partir de ese momento, Enterrador y lectores se verán inmersos en una trama de personajes oscuros, poderosos y sádicos cuyo status social los sitúa por encima del bien y del mal. La clave de todo: ¿a manos de quién y por qué fue asesinada cinco años atrás Ada, la esposa del Rey Arturo y madre de sus cuatro tiburones, digo hijos? El suspense y el misterio están servidos, y alguna escena que pone la piel de gallina, también.

La ley del padre se estructura en capítulos cortos, bien provistos de diálogo, que imprimen agilidad y buen ritmo a la lectura y espolean continuamente la necesidad de saber del lector. La forma de narrar del autor es magistral, y su construcción de los personajes es soberbia, sin intento alguno de justificar ni blanquear sus almas podridas. Una crítica feroz y sin paños calientes a las altas esferas del poder y a la inmunidad que garantiza el mismo (junto con el dinero, claro). Si bien es cierto que el final se aventura con unas cuantas páginas de antelación, tampoco es necesaria la sorpresa ni el giro brutal para el disfrute de la obra, pues lo importante en ella no es tanto el destino como el camino. ¿Recomendable? Por supuesto. Aquí os dejo algunas frases que me han impactado:
 
«Es por el corazón por donde el diablo nos atrapa».

«Lo que llamamos verdad es una forma de simplificar la realidad para quedarnos con una de sus versiones».

«La educación es la rama de la hipocresía que hace soportable el hecho repulsivo de tener que vivir los unos con los otros».

«Hacer el mal es como beber sin sed, innecesario pero muy placentero, además de divertido».

jueves, 8 de agosto de 2024

Orbis Ultra: El vínculo entre mundos, de M.D.P. Faulín


«- ¿No sabes nada de Fantasía? Es el mundo de la fantasía humana. Toda parte de él, toda criatura representa los sueños y las esperanzas de la humanidad. Por lo tanto no tiene límites.
- ¿Entonces por qué se está muriendo?
- Porque la gente ha empezado a perder esperanza y al olvidarse de sus sueños. ¡La Nada se hace cada día más poderosa!»
(La historia interminable)

Empiezo esta reseña con uno de mis extractos preferidos de La historia interminable, una de las obras que más me marcó en la última etapa de mi niñez y la primera de mi adolescencia porque, aparte de tener mucho que ver con la obra que acabo de leer, no hace excesivo tiempo he comprendido que encierra mucha verdad. Si paramos de soñar, si dejamos de lado la magia y la fantasía, estas se van marchitando y poco a poco desaparecen de nuestra existencia. ¿Y qué sería de nosotros sin esas lucecitas que alumbran el gris monocorde de muchos días? Siempre he sido lectora de fantástica, pero la novela negra me atrapó de la forma más inmisericorde, y los dragones de mis armarios, las hadas que dormían conmigo y los duendes que me regalaban suerte se mudaron a regiones menos inhóspitas. Sin embargo, la magia realmente existe, y de vez en cuando hace su aparición para recordarme quién soy realmente (cuando no voy disfrazada de sesuda investigadora o asesina en ciernes), y esta vez ha llegado adoptando la forma de una de las novelas de planteamiento y desarrollo más originales que han caído nunca en mis manos.

Se titula Orbis Ultra: El vínculo entre mundos, el nombre de su autor es M.D.P. Faulín, fue autopublicada hace muy poquito (mayo de 2024) y ha sido una sorpresa más que grata. Reconozco que fue empezar a leerlo y recordar cuánto y por qué amo la lectura. Como historia absorbente e inmersiva, un diez. Como ejercicio de literatura donde se conjugan a la perfección la ciencia ficción y la fantasía épica, otro diez. La trama de Orbis Ultra comienza con la aparición de un joven, desnudo y sin memoria alguna, en un escenario que no conoce. A su alrededor, gritos desgarradores y unas criaturas horripilantes que tratan de acabar con la vida de una chica. Empezamos bien, ¿verdad? Pues unas oportunas flechas y un legendario guerrero cambiarán su suerte y le salvarán la vida, iniciando un peligroso periplo en que tanto el joven aparecido como el lector irán descubriendo la información necesaria sobre el lugar al que ha llegado. Aprenderán, entre huidas, escaramuzas y batallas en toda regla, que Orbis Ultra, el lugar en cuestión, es el mundo al que se arriba tras la desconexión entre cuerpo y alma que sigue a la muerte en Orbis Primus (escenario donde transcurre nuestra vida terrenal). Que a Orbis Ultra no llega la materia, sino exclusivamente la energía y, por lo tanto, todo lo que "existe" está creado por la mente colectiva de todos los que lo habitan. El personaje central (si puede llamarse así) adoptará el nombre de Andrus por motivos muy emotivos y junto al guerrero Durgon comenzará una aventura, centrada básicamente en huir de seres oscuros, del daño y de la muerte, que cruzará su camino con el de otros personajes que, por razones propias o ajenas, colaborarán con su causa y se ganarán la confianza, la empatía y el amor de los lectores. Etapa tras etapa, irán dejando atrás enemigos y obstáculos diversos solo para enfrentarse en una fase posterior a otros peores (una especie de Comunidad del Anillo pero sin joya maligna hasta casi el final). Se percatarán con frecuencia de que a veces, el mayor enemigo es uno mismo, y de que la línea que separa el bien del mal es a menudo delgada y difusa. Llegar a la capital, conocer los futuros vaticinios del Primer Augur y escapar de las garras del poliédrico Borghont serán sus principales objetivos, y para lograrlos tendrán que pasar por experiencias como poco asombrosas. ¿Lograrán sus metas? ¿Recuperará finalmente Andrus su memoria? Ah, no, no, tendréis que leer para saber, no os lo voy a contar yo todo. 

M.D.P. Faulín combina en Orbis Ultra un universo propio de paisajes fruto de una imaginación desbordante, violencia y brutalidad, poderes mágicos y criaturas francamente extraordinarias con acertadas y medidas dosis de amor, amistad, reflexión y filosofía, construyendo un bildungsroman en toda regla donde la evolución de los personajes será tan relevante como las peripecias a las que se ven abocados. Orbis Ultra se presenta ante el lector como un escenario distópico y revuelto, a imagen y semejanza de nuestro mundo. Lo peor y lo mejor del ser humano trasciende el plano terrenal y llena Orbis Ultra de injusticias, rivalidades enquistadas, guerras clandestinamente abiertas, pero también de amor y de las maravillas más portentosas que pueda concebir una mente. A mí me ha encantado, desde luego, así que si os gusta la ciencia ficción, la fantasía o buscais nuevos horizontes de lectura, no os la perdáis.


martes, 23 de julio de 2024

Desafío 59', de Javier Marín

Dice la ciencia que el tiempo es la magnitud física responsable de que sepamos ordenar una secuencia de acontecimientos, marcando hitos que demarcan un pasado, un presente y un futuro. Desde la perspectiva de la Física, y mientras nadie a este lado de la pantalla sea capaz de programar una DeLorean en condiciones, su linealidad y la homogeneidad de sus unidades de medida son irrefutables. Sin embargo, ¿cuántas veces no se materializa de manera inopinada el pasado o el futuro en nuestras vidas? ¿No es verdad que, hasta alcanzar el instante de cierre, ciertos pasados neutralizan inevitablemente presentes y futuros? Además, amparándonos en ciertos mitos platónicos que dejaron patente la inexistencia de las "cosas" en favor de la percepción subjetiva de las mismas, no me podréis decir que los segundos, minutos, horas... son precisamente homogéneos. ¿Dura acaso lo mismo un minuto de placer que un minuto de dolor? ¿Y 59 minutos? ¿Cuál sería nuestra percepción de 59 minutos si estos fueran el lapso que separa la vida de la muerte? Esta inusitada cifra (que solo he encontrado en Google referenciada a ciertos programas de lavado rápido de lavadoras de marca Candy) es uno de los catalizadores de la tensión de máximo nivel de uno de los thrillers más thriller que he leído hasta la fecha. Desde luego, el autor del mismo tiene bien interiorizada la definición del género, llevándola hasta las últimas consecuencias. 

Desafío 59' (Knowmadas Books, 2023) es la última obra publicada de Javier Marín y está específicamente diseñada para aniquilar cualquier voluntad del lector y secuestrarlo en sus páginas desde la primera hasta la última. No es que el autor en cuestión no haya demostrado sus dotes en su saga anterior, protagonizada por el inspector Marco Duarte, pero en Desafío 59' alcanza cotas de tensión en mi humilde opinión desaconsejadas para personas con patologías cardíacas, ni tampoco para aquellos que traten de superar el pernicioso hábito de morderse las uñas. La trama de este explosivo hecho de páginas (con temporizador, recordad) comienza con la aparición del cadáver de una periodista, decapitado y exangüe, en la vivienda que comparte con Samuel Castillo, un friki informático cuya vida va a dar un giro de 180° cuando, sin comerlo ni beberlo, pase a ser el principal sospechoso del asesinato. La suerte va a procurar que se crucen en su camino dos personas que están en su misma situación, dos prófugos de la justicia que van a convertirse en su tabla de salvación para huir de la policía, que le pisa los talones, y para intentar comprender el complejísimo y peligroso entramado en el que desafortunadamente se haya inmerso. Ayla y Carlos (así se llaman los prófugos) se apoyarán en el privilegiado intelecto de Samuel para llegar al final de una cuerda con muchos nudos, trampas, mentiras y tapaderas, al tiempo que los policías, Diana y Roberto, tratan de encontrar hilos de los que tirar para esclarecer la autoría de un crimen cuya evidencia no parece encajar del todo en sus mentes habituadas a la investigación. Mientras tanto, un siniestro personaje acechará desde las sombras con el objetivo de eliminar los cabos sueltos. En paralelo, el lector será sufridor testigo de unas escenas (sacadas de alguna suerte de escape room diseñada por un sádico desquiciado) en las que una persona sin identidad explícita tendrá que resolver una serie de acertijos en un tiempo máximo de 59 minutos. ¿Cómo se liga todo esto en una sola trama? Pues de manera muy hábil, lo reconozco, pero tendréis que leerla si os ha picado la curiosidad.

Javier Marín ambienta su obra entre Murcia y Valencia, y demuestra una vez más su gusto por el juego y la adivinanza situando la trama en un tablero repleto de peligros y poderes ocultos, donde el enemigo puede esconderse en cualquier casilla. En sus páginas se combinan de manera eficaz y efectiva la muerte causada por un sadismo de lo más perverso con el desafío lúdico de la resolución de enigmas planteados desde la lógica y las matemáticas (vamos, que yo hubiera muerto todas las veces y más todavía) que no hacen sino incrementar la tensión narrativa, ya que el lector, con más o menos fortuna, se mete en la piel de la víctima para intentar resolverlos. Creo que os habrá quedado claro a estas alturas que he disfrutado la obra, ¿no? No creo que sea necesario seguir insistiendo para convenceros. Aparte de la calidad de la novela, una de las cosas que más he gozado de ella ha sido poder constatar la evolución de su autor en el camino de la escritura. Desde su Tablero Mortal, ganadora del Icue de Cartagena Negra en 2021, tuve claro que tenía un don, pero la sensación de verlo crecer en negro sobre blanco es indescriptible. Disfrutadlo si tenéis la oportunidad.