Hay días en que un abrazo, una caricia, un beso o un saludo te hacen sentir que la fortuna te sonríe de una forma especial. Si, en cambio, lo que ocurre es que Charo Guarino aparece en tu puerta un 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía, para regalarte a dos de sus criaturas literarias (dedicadas), el sentimiento es indescriptible. Por ello, se mezclan agradecimiento, emoción, ilusión y ganas al hablar de En el nombre de Ovidio, lectura que me ha hecho compañía durante una semana agitada y plena de altibajos (y lo que nos queda). Es en estos momentos de montaña rusa cuando más se agradece el sumergirse entre páginas tan estimulantes y cautivadoras como las de esta antología poética. La obra y yo, yo y la obra, y el mundo que deje de girar si le apetece.
En el nombre de Ovidio, cuya edición viene de la mano de la Fundación del Teatro Romano de Cartagena (2021) y se encuadra dentro de la colección "Diálogos del mundo antiguo", es una selección de más de 140 textos, hijos de la pluma de 115 autores (30 de los cuales oriundos de la Región de Murcia), escogidos con gusto y con mucho mimo por Rosario Guarino para recordarnos que, más de dos mil años después de su muerte, el gran Ovidio sigue muy presente entre nosotros. Trascendiendo las fronteras temporales, pues la antología recoge desde textos del Arcipreste de Hita hasta poemas prácticamente recién nacidos, y las barreras del idioma (pues en sus páginas podremos encontrar textos en valenciano, catalán, inglés, italiano y ruso, con su correspondiente traducción al castellano), las letras de En el nombre de Ovidio homenajean al vate de las artes amatorias, al poeta de los dioses maestro en mitologías, y al hombre desterrado que lanza al viento su verso elegíaco.
Voces muy distintas entre sí y estilos totalmente diferentes se conjugan en las páginas de En el nombre de Ovidio para ofrecernos singulares perspectivas del poeta romanísimo en sus tres vertientes más reconocidas: amor, mitología y destierro. Yo no sabría con cual quedarme, así que me las quedo todas y con ellas confecciono mi puzle particular.
Para despedirme, os dejo unos versos del poema "Ciane", de Gabriella Amorós. Puede que sean los que más me han descolocado de la antología:
cómo duele la carne inconstante
constante en el reflejo
cómo duele ser tú acariciando ser yo misma
cuando empapas una de tus manos
en mí
y lo único que tengo desde mí es
tu mano.
Y estas líneas del poema "Buster Keaton" de Rafael Alberti que se me han quedado dentro:
La luna tras la nieve
Y estos pronombres personales extraviados por el río
Y esta conjugación tristísima perdida entre los árboles