En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color, del cristal con que se mira. (Ramón de Campoamor)
En el "Mito de la Caverna" de Platón, alegoría epistemológica sobre el conocimiento, se nos dice que, a no ser que rompamos las cadenas que nos atan a nuestra propia cueva, la verdad será inaccesible. Ló único que percibiremos serán las sombras proyectadas por nuestro ego y nuestras circunstancias. Pero, ¿existe la Verdad en estado puro? ¿Que es más cierto, que llueve o que la lluvia me moja? Me temo que todo es una cuestión de foco. Y si ya es difícil acercarse a cualquier concepto de verdad en un contexto de pura constatación empírica, intentar acercarse a ella en un entorno dominado por los mass media y los tentáculos infinitos de la alianza internet-tecnología punta es una labor titánica y prácticamente imposible. En mayor o menor medida, todos los días de nuestra vida somos manipulados por intereses espúreos. La novela que acabo de terminar ahonda de manera incisiva en estos temas, y deja al lector en un estado de turbación, con mil preguntas martilleándole la cabeza, intentando dibujar fronteras entre lo que éticamente acepta y lo que rechaza.
Círculos (Suma de Letras, Penguin, 2017) es la primera novela que vio la luz de Manuel Ríos San Martín. Desde que leí Donde haya tinieblas supe que quería más de él y, como es habitual en mí, decidí empezar por los inicios. Cuando nos adentramos en Círculos, lo hacemos en un thriller complejo en el que debo reconocer que me costó entrar al principio (quizá por el cyberpunk distópico al que no estoy acostumbrada). Muy diferente de lo que había leído hasta la fecha. Una vez aceptada la dinámica de la obra y suprimidos ciertos complejos y clichés que me dificultaban fluir con ella, me encontré ante una novela interactiva que ofrece al lector la posibilidad de complementar la experiencia lectora con contenido en redes sociales y documentación online. Un poco complicado al comienzo pero, después, una experiencia satisfactoria.
Manuel Ríos ambienta Círculos en un Londres de un futuro desafortunadamente no muy lejano, asfixiado por la atmósfera irrespirable resultado de la huelga de los servicios de recogida de basura que dura ya varias semanas, sumergido en una brutal crisis económica en la que el desempleo —sobre todo juvenil— alcanza cuotas estratosféricas. Para colmo, los animales de los zoológicos muestran extraños comportamientos (agresividad, suicidios, etc.) carentes de explicación para los etólogos. Ajenos a las circunstancias del exterior, en los hogares, la gente contempla absorta sus televisiones y dispositivos electrónicos, contribuyendo a una sociedad gobernada por redes sociales y reality shows cada vez más radicales, más vulgares y más faltos de sentido. Ondaseven es una cadena de televisión especializada precisamente en ese tipo de realities. El arranque de la novela coincide con la final de uno de ellos: un concursante, para ser premiado con un apartamento en Miami, debe sumergirse en una pecera gigante custodiada por dos enormes hembras de tiburón toro. Contra todo pronóstico, pues se supone que todo estaba debidamente controlado y el riesgo en realidad era mínimo, el concursante, para consternación del público, tanto en el plató como en sus casas, es despedazado por los escualos, sin que se detenga la emisión en directo, lo que convierte al programa en trending topic mundial. Cuando llega la policía, con el inspector Jellineck al mando, el presentador del programa, Shultheiss, ha desaparecido. Sin embargo, a los pocos días, Shultheiss reaparece tras una extraña transformación física, se cuela en la emisión en directo de Ondaseven y lanza un mensaje como poco inquietante: "Os voy a joder la vida. A todos." Lo que en un principio tenía pinta de un desgraciado accidente toma un cariz más macabro que deberá ser investigado por Jellineck y su ayudante Fesser. Mientras, en paralelo, el autor nos presenta a Patrizia, una joven peculiar, obsesionada —patológicamente— con la televisión y las redes sociales, integrante de un grupo antisistema llamado Attak, novia de un niño pijo llamado Laszlo y torturada por un pasado que constantemente se le escurre por las heridas que se autoinflige en la piel cuchilla en mano. Una chica perdida que lanza al mundo mensajes de socorro sobre su cuerpo.
Manuel Ríos nos ofrece en Círculos una novela con un estilo muy cinematográfico y visual. Su prosa es sencilla y directa, y navega entre la brusquedad de unos párrafos de frases cortas y precisas y la emotividad de otros, más íntimos y elaborados. Sus personajes, sobre todo Jellineck y Patrizia son tremendamente complicados y, por qué no decirlo, incómodos. Sus complejidades, junto con la trama de la obra, sacan al lector de su zona de confort y lo arrastran hacia sus propios rincones de penumbra, removiendo conciencias. El autor aprovecha el argumento de su obra para tratar varios temas: una crítica a los medios de comunicación y sus estrategias para aumentar la audiencia, la aterradora soledad del individuo y la alienación y manipulación provocadas en la sociedad por los mass media y las redes sociales. En resumen, Círculos, es un thriller diferente a todo lo que había leído con anterioridad. Con una trama ágil y absorbente, resulta una lectura turbadora, incómoda, molesta incluso, ya que nos permite vislumbrar un panorama desolador que quizá asuste por su verosimilitud y su más que probable cercanía.
Oye, pues tiene un aspecto realmente seductor. Será cuestión de buscar la obra. Me has despertado la curiosidad.
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