martes, 27 de abril de 2021

Dietario mágico, Manuel Moyano

 

Leer a Manuel Moyano es quedarse siempre con ganas de más. La tercera etapa en el viaje por sus letras, Dietario mágico (publicado por primera vez en 2002 y reeditado por La Fea Burguesía en 2015) vuelve a dejármelo claro.

En Dietario mágico conocemos a un Manuel Moyano que, allá por el año 2001, armado de bolígrafo, cuaderno y cámara fotográfica (y una agudeza excepcional) se dedicó a recorrer diversos parajes de la Región de Murcia para entrevistar a individuos extraordinarios en cuya naturaleza confluyen lo telúrico y lo mágico (o, al menos, así lo creen ellos y los que les rodean). Iluminados e inspirados por la divinidad, videntes, curanderos, zahoríes y asimilados son, por lo tanto, los personajes que pueblan las páginas de esta obra donde el autor desgrana sus historias, sus vivencias y sus diversas formas de entender el mundo. Personas que poseen un don especial (están absolutamente convencidos de ello) para sanar con la mirada, mediante la imposición de manos, murmurando rezos o conjuros que solo ellos conocen. Seres capaces de ver acontecimientos que aún están por venir. Almas en conexión directa con los dioses. La excéntrica coyuntura entre sociedad moderna y tiniebla ancestral.

Si optan por dejar de lado el elemento mágico, siempre podrán disfrutar de la prosa bella, precisa y llena de música de Manuel Moyano; de su mirada peculiar, escéptica a veces, irónica en ocasiones (afirma, en relación a un sanador que alivia los males por teléfono, que Graham Bell “nunca hubiera sospechado tamañas y tan portentosas aplicaciones para su invento”), pero siempre respetuosa. De literatura de primera. Sin embargo, también podrían suspender voluntariamente su posible incredulidad y comenzar a plantearse que quizá lo místico, lo arcano, lo inverosímil en apariencia, se tomen el café en el mismo bar  que ustedes frecuentan. Creer o no creer, esa es la cuestión.

1 comentario:

  1. Qué gran idea has tenido. Viajar por dentro de Manuel Moyano es adentrarse en un imperio de buena literatura. De excelente literatura, diría yo.

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