viernes, 8 de noviembre de 2024

A un lado de la carretera, de Paul Pen

La mente y el alma humana son y serán sin duda grandes enigmas cada vez más lejos de ser descifrados. Como una moneda cualquiera, son capaces de albergar en su seno cara y cruz, luz y oscuridad. La naturaleza morbosa del ser humano provoca que no se interese demasiado por la luz, pero ay de las sombras... Cuánto más altas sean las cuotas de mezquindad de un alma, más atención atrae, sobre todo en los lectores devotos del género negro. Y negra como la boca del lobo es la novela que acabo de terminar, que sumerge al lector en situaciones que quizá su mente (la mía tampoco, por supuesto) no esté preparada para absorber. Solo comentaros que entre sus páginas hay escenas que dudo que consiga olvidar con facilidad. 

La trama de A un lado de la carretera (HarperCollins, 2024), de Paul Pen, sitúa al lector en un área de servicio perdida en medio de ninguna parte, en el Hotel Restaurante Plácido, que hace honor a todo menos a su nombre. Hasta allí se ha trasladado el escritor (o proyecto de escritor) Lucas Falena, como Truman Capote en A sangre fría, para escribir lo que en su mente se perfila como una gran novela de true crime, basada en un horrendo crimen que pocos días atrás tuvo lugar en una de las habitaciones del hotel y cuyo protagonista es la familia propietaria. Un padrastro muerto, una madre agonizante y una hermana herida. Y la sangre reina de la escena. Rodeado del ambiente sobre el que escribe, Lucas Falena irá conociendo a la familia protagonista, y entablará una suerte de amistad con Coral, una de las víctimas, una niña especial, de carácter extremadamente reservado, con los ojos llenos de noche y sus pocos años repletos de misterio. Su interés radica no en el morbo truculento que ha atraído la atención incluso a nivel nacional, sino en retratar el dolor humano que hay detrás de los crímenes y sobre las siniestras profundidades del alma humana. Pero ello no evitará que la gente lo perciba como un carroñero, alguien que se aprovecha de la desgracia ajena en su propio beneficio. Lo que Lucas no espera es que, su presencia en el lugar de los hechos y esa relación que mantiene con Coral, acaben por convertirlo también en protagonista de una historia cuyo final es tan escabroso como inesperado.

Una de las cosas que más llama la atención de A un lado de la carretera es el aislamiento y la desolación que se desprende de la propia ambientación de la novela. Asimismo, es curioso que el macrocontexto de este domestic noir sea puramente metaliterario: una novela sobre la creación de una novela. Aunque el principio quizá sea un poco lento, está impregnado de una calma tensa que impulsa al lector a querer saber. Narrativa muy visual, la mayor parte en primera persona, desde la perspectiva de Lucas Falena, lo que nos permite empatizar con sus motivaciones. Si bien es cierto que en la novela apenas tiene peso el diálogo, el ritmo irá siempre en aumento, al igual que el suspense y la tensión, para lo cual el autor usa como arma la brevedad de los capítulos y las frases. La trama es profundamente conmovedora e impactante y los personajes creados por Paul Pen para esta historia están irremisiblemente rotos, marcados a fuego por la crueldad y la desesperación. Como no quiero extenderme más, solo me queda recomendaros su lectura. Disfrutadla si tenéis la oportunidad.

viernes, 1 de noviembre de 2024

La isla de las últimas voces, de Mikel Santiago


Si hay un autor experto en crear ambientes claustrofóbicos y elevar la tensión por encima de niveles soportables, ese es Mikel Santiago. Hoy he terminado la última de sus cuatro primeras novelas, anteriores a su Trilogía de Illumbe y, si bien no es la que más me ha gustado, sí debo decir que me ha atrapado desde la primera página.

En La isla de las últimas voces, Mikel Santiago sitúa al lector en los días previos a Navidad en St. Kilda, una isla perteneciente a Escocia perdida en el inhóspito Mar del Norte, lejos de la civilización, de donde la mayor parte de sus habitantes huyen a bordo del último ferry antes de que una tormenta de magnitud previsiblemente considerable los aisle del resto del mundo. Solo unas pocas almas, por diferentes motivos, han decidido quedarse, con la esperanza de que la amenaza climatológica sea menos catastrófica de lo previsto. Entre ellas se encuentra Carmen, una mujer española que se refugia en la isla huyendo de su demoledor pasado y que vive y trabaja en el Kirkwall, el único hotel de la isla,  regentado por Amelia Doyle. Las primeras páginas de la novela son realmente claustrofóbicas, pues comienza en la bodega de un avión donde viaja, en misión absolutamente secreta, el sargento Dave Dupree junto a otros militares y un par de científicos, custodiando un peculiar contenedor, un reefer al que se refieren como "la Caja". Mientras sobrevuelan la isla de St. Kilda, les sorprende una tormenta que provoca que el avión caiga al mar. Dave es el único superviviente, pero no es capaz de cumplir sus órdenes y destruir la Caja, que flota en el mar hasta que unos pescadores la encuentran y la remolcan hasta St. Kilda. Este misterioso hallazgo trastornará a los pocos habitantes que permanecen en la isla. Bajo un feroz temporal que cortará todo tipo de comunicaciones con el continente, y bajo el influjo de aquello que habita el interior de la enigmática Caja, los acontecimientos en St. Kilda adquirirán un cariz dramático y peligroso para Carmen y los que, junto a ella, conforman la resistencia.

Con una narración a varias voces, Mikel Santiago tensa y tensa la cuerda hasta llevar al lector a una situación inquietante y perturbadora que le hará vivir casi en carne propia las escenas y el ambiente atroz y violento que invade hasta el último rincón de la isla. La trama de La isla de las últimas voces es trepidante y dinámica, con capítulos cortos, narrados por sus protagonistas principales, gracias a los cuales podemos conocer sus pensamientos y sentimientos en cada momento de la historia. La intriga y el suspense van aumentando de forma constante, con muchos giros que mantienen el ritmo de la lectura hasta el final. Como en la mayoría de novelas del autor, la ambientación es un lujazo,  con unas descripciones magníficas que intensifican la tensión dramática, contagiando al lector de oscuridad, frío, viento e incluso terror. Sin duda, un buen thriller, aunque me hubiese gustado que me hubiera explicado un poco más ciertas cosas.