En ocasiones, la vida nos sacude con vueltas de tuerca que nos rompen cualquier esquema concebido de antemano y trastocan voluntades que suponíamos férreas e inquebrantables. Hay paraísos que se tornan infiernos con un simple mensaje de WhatsApp y pozos ciegos que se vuelven cielo abierto rendidos a la memoria de un beso o de una piel. Le ocurre a todo el mundo, pero cuando nos toca a nosotros... Que se lo pregunten si no al autor o a los personajes de la novela que acabo de terminar, que de giros argumentales saben un rato.
Recién salida del horno, Los dioses también mueren (Editorial Alrevés, 2023) de Carlos Salem es la tercera entrega de la saga de Severo Justo, Dalia Fierro y su peculiar Brigada de los Apóstoles que, para variar, tendrán que verse las caras con otro megalómano con ínfulas de dios olímpico, y esta vez en forma de lobo disfrazado de corderito. La trama principal se inicia en la sierra de Madrid, cuando un afortunado efectivo del servicio de recogida de basuras halla un brazo humano congelado, portador de un anillo con una simbología mitológica. Los primeros resultados que arroja la autopsia apuntan a que el brazo pertenece a un joven de unos 20 años, pero que había sido amputado cuatro décadas antes. Tras subir una foto del anillo a la deep web, las pesquisas de la brigada los dirigen hacia la figura del profesor universitario Homero Gansés para iluminarles el camino pero, ay, mientras este desgrana el principio de la historia que podría conducirlos al portador de la joya, es víctima de un envenenamiento que dará con sus historiados huesos en el hospital. Mientras la policía lo protege, nuevos brazos amputados con sus correspondientes anillos harán su aparición en distintos países, obligando a poner en marcha la red de contactos y colaboradores europeos tejida por la brigada para destapar una trama que pondrá en jaque hasta al mismísimo Presidente del Gobierno.
Mientras tanto, la doctora Dalia Fierro y sus mil voces tratarán de poner fin a un matrimonio que nunca debió haber sido mientras la atormentan las dudas sobre la autoría de un asesinato que debió haber cometido y no cometió. Sin embargo, a mi juicio, la trama más intensa y más valiosa de toda la novela concierne a la vida privada de Severo Justo, tanto en la relación amorosa que mantiene con la periodista Lorna Durán –que le hará replantearse si está del lado de la vida o del lado de la muerte–, como en lo relativo a la muerte de su madre y posterior implicación de su padre en el asesinato de un hombre que pudo ser su verdadero progenitor.
Como ya es costumbre, Salem desgrana sus tramas en capítulos cortos y cambios de escenario que le aportan a la narración una agilidad y un dinamismo importantes, y mantiene la tensión prácticamente hasta la última página de la novela. Mención especial al personaje de Dolores, que seguro hace las delicias de cualquier lector.
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