En ocasiones el frío, el gris y algún barniz de pesadumbre se nos instala en el alma y ya no somos capaces de percibir la magia, ni la exterior, que hace que el mundo sea un lugar medianamente soportable, ni la que habita nuestras entrañas disfrazada de sonrisas y abrazos pasados o futuros. Es entonces cuando los que creemos en la magia más agradecemos que alguien nos recuerde que, aunque por circunstancias no podamos sentirla, sigue existiendo y nos mantiene vivos. A veces, como me ha ocurrido a mí, ese regalo llega en forma de libro. Esta vez el autor se llama C.J. Cilleros y su saga, titulada Creadores de magia, ofrece al lector la oportunidad de mirar al cielo e intentar descubrir la silueta del mundo mágico que construye para que podamos abrir las alas y escapar de este.
Acabo de terminar la primera entrega de la saga, La lágrima del guardián (Khabox Fantasy, 2016) y estoy deseando continuar para averiguar qué les depara el futuro a sus singulares personajes, los onírices, y al mundo mágico de Núbbalis. En esta primera entrega, el autor nos presenta como protagonista a Cory O'Neil, un muchacho de 15 años nacido en Escocia que se traslada a Madrid junto a su familia. Todos, incluido él, esperan que el cambio de aires mejore la situación del chico que, inadaptado y víctima de acoso, no logra encontrar su lugar en el mundo. Hasta que la casualidad le lleva a encontrarse con los ojos de Alex en un pasillo del nuevo instituto, y a sentir que ya no está solo. Alex es un onírice, un Guardián del Unicornio Blanco de Núbbalis, y ayudará a Cory a descubrir no solo que la magia existe, sino también que es una parte esencial de su ser. A pesar de sus reticencias iniciales, un trágico acontecimiento empujará a nuestro protagonista a aprender a usar sus habilidades mágicas y a colaborar con el resto de onírices en la búsqueda de las lágrimas de su creador, imprescindibles para hacerle frente a la malvada oscuridad cuyo propósito es... Si quieren averiguar más, tendrán que leerlo, puesto que yo ya no les voy a contar más.
Sí les diré, sin embargo, que C.J. Cilleros ha ensamblado con pericia una historia que tiene de todo: mucha magia, mucha posibilidad de reflexionar sobre aquello que nos resulta diferente, mucha superación personal con el apoyo de una mano amiga (y qué imprescindible resulta) y la certeza de que la unión hace la fuerza en la mayoría de ocasiones. Ah, y un poquito de amor, que nunca viene mal. Con todos estos ingredientes y algún que otro hechizo importado probablemente de Núbbalis, el autor crea una trama y unos personajes que atraparán al lector desde el primer momento y le instarán a seguir leyendo.
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