«Concatenar hechos disímiles, arroparlos con datos avalados por supuestos científicos y darle a todo ello una apariencia de verosimilitud era algo que se me daba bien, un terreno en el que me movía como pez en el agua» (pág. 173)
Con esas palabras se refiere Daniel Bagao, uno de los dos protagonistas principales de La hipótesis Saint-Germain, a su maestría en las lides de la escritura. Así mismo podríamos referirnos sus lectores a Manuel Moyano: como el gran mago capaz de suspender de modo instantáneo nuestra incredulidad con los trucos de su regia pluma. Obra suya que leo, obra que me deja con la boca abierta y me complica la tarea de dosificar sus obras y espaciarlas en el tiempo.
Thriller en toda regla, La hipótesis Sant-Germain (Algaida, 2017) nos presenta una atractiva trama en la que se ve implicado Daniel Bagao, director y propietario de Mundo Oculto -una revista relacionada con lo esotérico y lo paranormal con amplia difusión a nivel mundial- cuando Ismael Koblin se cuela en su despacho para desvelarle la identidad actual del enigmático conde de Saint-Germain, supuesto descubridor de la piedra filosofal garante de la inmortalidad. Aunque escéptico, Bagao analiza el posible incremento de ventas de la revista que podría derivarse de la atracción que despierta la figura de Saint-Germain y decide aceptar la propuesta de Koblin. Lo que en un principio iba a ser un simple artículo más de la revista se convierte en catalizador de una cadena de acontecimientos que llevará a los personajes a situaciones límite y desembocará en un final absolutamente inesperado.
De nuevo en primera persona (que le gustan al autor los narradores intradiegéticos), Moyano vuelve a seducirnos con su prosa precisa e impecable en una novela donde brilla especialmente su manejo del tempo narrativo y su construcción de diálogos. Más Moyano, por favor.
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