sábado, 19 de abril de 2025

Talión, de Santiago Díaz

Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida,ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.(Ley del talión, en Éxodo, 21: 23-25)

No solemos pensar en que nuestro tiempo en este mundo es finito. Actuamos como si las agujas del reloj no apuntaran hacia el inexorable final que verdaderamente nos hace a todos iguales. Pero, ¿qué pasaría si, de repente, nos dieran la nefasta noticia de que el final de nuestros días es inminente? ¿Qué nos gustaría hacer con el tiempo que nos quedara? Difícil, ¿verdad? En la novela que acabo de terminar, a una de las protagonistas se le revela claro como el agua. 

Talión (Planeta, 2018), es la primera novela publicada de Santiago Díaz. Original e impactante, elicita una empatía casi inmediata con una de sus protagonistas, Marta Aguilera, una periodista que, tras sufrir episodios recurrentes de dolor de cabeza y mareo, decide acudir al médico, que le dará la devastadora noticia de que padece un tumor cerebral en estadio avanzado y que le quedan a lo sumo un par de meses de vida. Marta no tiene familia y tampoco se siente emocionalmente cerca de sus pocos amigos. Intenta digerir las malas nuevas al tiempo que trata de averiguar en qué va a ocupar el escaso tiempo del que dispone. Sin embargo, el destino juega a menudo con cartas marcadas, y su última actuación como profesional del periodismo será entrevistar a un joven pederasta acusado de violar y asesinar a una niña de siete años cuya culpabilidad está más que asegurada a pesar de la falta de pruebas concluyentes que imposibilitan una condena judicial. Marta ya tiene poco o nada que perder... ¿y si ella impartiera la justicia divina que no es posible ejercer en los tribunales? Por otro lado, la inspectora Daniela Gutiérrez, frustrada por la puesta en libertad del pederasta, deberá investigar el posterior asesinato del mismo a la vez que lidia con la difícil tesitura en la que se encuentra con su hijo. Las vidas de ambos quedaron truncadas al perder al marido/padre e hijo/hermano mayor en el último atentado de ETA en Madrid y su dolor se agudiza ante la inminente salida de prisión de la etarra que lo perpetró por la derogación de la Doctrina Parot. Marta Aguilera se esconderá tras el grandilocuente pseudónimo "Talión" y la inspectora Gutiérrez se verá en la obligación de atraparla, lo que generará una tensión y una intriga que no se diluirán hasta la última página.

Queda claro y nítido que la sociedad reclama a gritos una justicia más contundente que la que imparten los jueces interpretando las leyes y, en Talión, Santiago Díaz plantea la posibilidad de tomarse la justicia por la propia mano y el dilema moral que ello suscita. En torno a esta posibilidad, el autor construye una novela estructurada en partes diferenciadas tituladas según el dueto víctima-agresor para contar la historia de Marta, una mujer cuyas raíces se han difuminado en el tiempo y tiene que ser consecuente con sus últimas decisiones. Ni heroína ni antihéroe, simplemente justiciera. Aunque el lector no comparta su opinión, la entiende sin lugar a dudas. El contrapunto a Marta Aguilera lo pone la otra gran protagonista, la inspectora Gutiérrez quien, a pesar de haber sido víctima del terrorismo, sigue confiando en el trabajo que hace como policía y en la ley. Santiago Díaz relata los hechos e intenta dejar las consideraciones éticas y morales a criterio del lector, aunque hacia el final del libro no puede evitar decantar la balanza (supongo que es imposible no hacerlo) hacia uno de los lados. Bien está, teniendo en cuenta que ficción es ficción y que, para otras tristes realidades e injusticias, no es necesario más que poner las noticias. En definitiva, novela muy recomendable que os hará pasar excelentes ratos de lectura siempre y cuando no seáis acérrimos de un sistema judicial garantista. 

     

sábado, 12 de abril de 2025

La mala hija, de Pedro Martí


Soy un ser tremendamente visceral, cosa que se trasluce habitualmente en mis reseñas. La emoción es parte intrínseca de todo lo que hago, pero hay ocasiones en que inevitablemente se eleva a la enésima potencia. Y esta es una de ellas. Haber acompañado a un autor desde sus inicios , ver cómo crece y cómo da ese salto con el que muchos sueñan deja una sensación calentita en el pecho que no puede describirse bien con palabras. Cuando leí a Pedro Martí por primera vez en La pieza invisible, supe de inmediato que tenía madera de autor de primera. Me fascinó su César Giralt y su forma de adentrarnos en la psique del monstruo. Con Donde lloran los demonios, subió un escalón en términos literarios, manteniendo su voz y su esencia. Ahora, con la novela que acabo de terminar, el autor se afianza como una promesa del thriller en el panorama nacional, una promesa que espero sinceramente que se siga cumpliendo con el paso del tiempo. Tuve la fortuna de leerla como borrador y, aunque ha cambiado un poquito, esta segunda lectura la he disfrutado y la he sufrido tanto o más que aquella primera. Una novela desgarradora de personas y piezas que no encajan en ningún puzle ordinario, de más lagrimas que sonrisas, y de una calidad literaria indudable.

En La mala hija (Destino, 2025), Pedro Martí ambienta la trama en su Almansa natal, una población de apariencia apacible pero donde a veces sí pasan cosas, convirtiéndola en epicentro y personaje de una historia compleja y oscura que destila dolor por los cuatro costados. Su personaje central, Alma Ortega, reservada y meticulosa hasta extremos sorprendentes, es capitán de la UCO y debe trasladarse desde Madrid a la Almansa que la vio nacer para hacerse cargo de una investigación en la que la Guardia Civil local no avanza. La capitán Ortega no pasa precisamente por su mejor momento, ni profesional ni personal, pero debe regresar a su origen para encontrar a Belén Villalba, modélica hija de un conocido empresario almanseño de la industria del calzado, desaparecida sin dejar rastro una fría noche de enero. Allí deberá trabajar como superior de su hermana mayor, la teniente Paula Villaescusa, lo que resultará harto complicado pues su relación está marcada por un pasado de demonios y heridas de las que no se cierran jamás. Adolescentes que mienten, adultos expertos en guardar secretos, y Belén Villalba que no aparece. Sus pesquisas la llevarán a conocer a Irene Ródenas, mejor amiga de la desaparecida y experta hacker de condición muy particular (vamos, una Lisbeth Salander adolescente y manchega).Para colmo, otro expatriado almanseño, de nombre Diego Castillo y de profesión periodista en paro, se inmiscuirá en la investigación para intentar sacar tajada a nivel familiar y laboral. Las cosas se complicarán aún más cuando... Ja, ¿no pensaréis que os lo voy a contar, verdad? Si os ha picado el gusanillo de la curiosidad, ya sabéis lo que tenéis que hacer.

Con una prosa impecable y un estilo directo y perfecto en los cambios de registro, Pedro Martí ofrece al lector en La mala hija un oscuro rompecabezas de familias rotas, de apariencias engañosas, de almas (y nunca mejor dicho, pues la protagonista le hace todo el honor a su nombre) desportilladas y de futuros truncados por el pasado y sus demonios insaciables. Sus personajes son profundamente complejos y verosímiles, llenos de aristas que los sitúan constantemente a un lado y al otro de fronteras éticas y morales. Alma Ortega es un personaje extraordinario, genuina en muchos aspectos. Algunos de ellos están habilidosamente construidos para ser comprendidos y detestados a partes iguales, y hay diálogos que duelen como un pellizco traicionero en el costado. La figura de Irene Ródenas es una maravilla (vamos, que me "putoencanta"), y espero verla en páginas futuras. Pedro Martí hace también un gran trabajo con la ambientación, convirtiendo esa almansa invernal, sus calles y su frío inmisericorde, en compañeros silenciosos que apoyan sin duda la tensión, la intriga y el suspense que pueblan la novela de principio a fin. No tendré que decir ya que la recomiendo, ¿cierto?

domingo, 6 de abril de 2025

El hijo olvidado, de Mikel Santiago


Como ya he dicho alguna que otra vez, cuando determinados nombres de autor/a aparecen en la portada de un libro, sabes que te va a gustar. El de Mikel Santiago es uno de esos casos, todo un referente en lo que se denomina “euskalnoir”, y en la novela que acabo de terminar, su penúltima obra publicada, vuelve a demostrar por qué. Casi dos años después de cerrar la Trilogía de Illumbe, Mikel Santiago rescata a algún personaje cuyo nombre aparece en la trilogía y coloca de nuevo la costa vizcaína en los primeros puestos del ránking de la novela negra española.

Si hubiera que definir El hijo olvidado (Ediciones B, 2024) con una sola palabra, esta sin duda sería TENSIÓN, así con mayúsculas. El protagonista de esta novela es uno de los que más me han gustado del autor de Portugalete. Su nombre es Aitor Orizaola, un ertzaina que está de baja mientras se recupera de graves lesiones producidas por un ataque cuyas consecuencias van más allá de lo físico, puesto que pende sobre su cabeza un expediente disciplinario que pone en riesgo su futuro laboral. Si no tuviera ya bastante, va a tener que enfrentarse a un problema familiar que le pondrá aún más contra las cuerdas: su sobrino Denis, a quien crió como un hijo, es acusado de asesinato. Aparte de que Denis jure y perjure que es inocente, el olfato de sabueso de Ori —como se refieren a él los más allegados— le dice que algo huele mal en ese caso, por lo que emprende una investigación extraoficial en la que se va a saltar todos los protocolos habidos y por haber. Contará para ello con la ayuda de varias personas, entre ellas una ertzaina destinada en la comisaría que lleva el caso y una periodista que necesita esclarecer la muerte de su ex-pareja. Una falsa acusación, suicidios como poco misteriosos, indicios que apuntan a una de las familias más ricas y poderosas de la zona, serán algunos de los hilos de los que tire Orizaola en la que probablemente sea la investigación más importante de su vida.

Los pasos de los personajes de El hijo olvidado transcurren por los mismos parajes de la Trilogía de Illumbe, mojados a menudo por la siempre presente lluvia y enmarcados por el azul del mar. Verdes y azules se combinan tan bien en la pluma de Mikel Santiago que es imposible no trasladarse allí con la imaginación, confirmando que uno de los puntos fuertes del autor es la magnífica ambientación de sus obras. Asimismo, los personajes están muy bien dibujados, y el de Ori me ha encantado. Tan ertzaina y tan humano, chulo, duro y tierno a la vez, que la empatía llega sola. La trama es redonda, y todas las subtramas convergen a la perfección en ella, sin cabos sueltos. Y como siempre está la música, una de las grandes pasiones del autor, contribuyendo de una forma casi mágica a la ambientación de la novela. En resumen, El hijo olvidado sigue la línea ya trazada por Mikel Santiago del auténtico thriller, dotado de agilidad narrativa, profusión de diálogo, personajes atractivos y giros insospechados, una lectura que engancha desde las primeras páginas y no da tregua alguna al lector. Muy recomendable y, dicho sea de paso, si aún no habéis leído a Mikel Santiago, estáis tardando. Me quedo con una frase de esta novela: Cuando los malos se topan con los locos, hay problemas.