Hay escritores que son grandes escritores, otros que son
grandes narradores, otros que combinan los dos aspectos y otros pocos que
forman parte del santuario particular de un lector. En mi caso, Jose A.
Jiménez-Barbero es uno de estos últimos. Podría decirse que fue el autor que
inauguró mi idiosincrático y caótico olimpo de dioses literarios con El niño que no quiso llorar hace ya unos
cuantos años (no recuerdo cuántos con exactitud), por lo que le guardo un
cariño especial. La razón de que no estén todas sus publicaciones en el blog es
porque su lectura fue bastante anterior al nacimiento de Libridinosum, pero mi
intención es ir recuperándolas poco a poco y dejar por escrito mis impresiones,
a modo de homenaje a uno de los dos únicos autores (hasta la fecha) que ostenta
el (dudoso) honor de haberme hecho llorar mientras leía.
La novela que hoy rescato de mi altar se titula Los viajes de Ariadna y fue publicada en
septiembre de 2017 bajo el sello de Adaliz Ediciones. El argumento de la obra
gira en torno a Ariadna, una joven que se enamora de Armando Comesaña, militar
de profesión y, en principio, paradigma de hombre ideal, y decide unir su vida
a la de él. Una vez finalizado el sagrado trámite del matrimonio “como Dios
manda”, el novio educado, cortés y enamorado comienza a mostrar su verdadero
rostro y se transforma en un marido autoritario, violento y despiadado que le
regala bofetones como quien regala rosas, insultos por doquier y palizas
brutales para instaurar en su hogar el reinado del miedo. Ni siquiera un
embarazo ni el nacimiento de su pequeña Lucía aplaca el carácter irascible y
agresivo de Armando. El hombre ideal de Ariadna resulta ser un maltratador de
manual, y su proyecto medieval de vida se orienta básicamente al dominio
absoluto de su esposa mediante la violencia física y el ultraje psicológico. Ariadna
soporta estoicamente el maltrato, por esa maldita forma en que hasta ahora la sociedad
nos ha educado a las mujeres (por el bien de su hija, por los trapos sucios que se lavan en casa, por
la importancia de la familia, por el sustento económico…), hasta que un don
peculiar de herencia familiar la pone sobre aviso: su espíritu puede desplazarse
transgrediendo los límites del tiempo y del espacio y es capaz de prever ciertos
movimientos de su agresor. Tiene que huir y esconderse, y durante un tiempo lo
consigue; pero el despreciable, maníaco y obsesivo monstruo de su marido no se
resignará a dar por perdida su propiedad más rebelde y emprenderá una búsqueda
frenética (y delictiva) hasta encontrarla. ¿La avisará su espíritu? ¿Logrará
Ariadna burlar definitivamente a la muerte alojada en los ojos inmisericordes
del cazador? Tendrán que leerlo para averiguarlo.
Todo en Los viajes de
Ariadna –tema, trama, construcción de personajes, lenguaje y modo- conspira
desde la primera página para despertar el interés y la empatía del lector. La
expectación inicial se torna incomprensión, impotencia, rabia y dolor. En
algunas escenas, pareciera que una mano de acero le estrujara a uno el corazón
y las entrañas. Las lágrimas se deslizan por las mejillas sin que se pueda
hacer nada para evitarlo. Otras escenas son de una ternura infinita y se leen
con un nudo de emoción en la garganta: se me ha grabado en el alma la llegada
al mundo de la pequeña Lucía y los primeros momentos en brazos de Ariadna. Es
una maldita habilidad que tiene Jose A. Jiménez-Barbero la de tocar la fibra
más sensible y conmover al lector hasta límites insospechables. Lo peor de esta
obra es, sin duda, que se lea cuando se lea, será siempre de rabiosa actualidad,
puesto que el tipo de maltrato que relata con pulso firme y preciso no parece
que vaya a dejar de lastrarnos como sociedad, al menos durante un tiempo. Ojalá
llegue un día en que podamos decirle al autor que su novela ha pasado de moda. Ojalá
todas las Ariadnas del mundo se rebelaran antes de sufrir lo indecible porque
las han educado de otra forma, libres y con autonomía suficiente para sentirse
seguras. Ojalá muchas personas leyeran esta novela, absorbieran todo el
contenido sociólogico, psicológico y emocional que empapa sus líneas, y
reflexionaran.